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La movilidad del siglo XXI

Gijón, una ciudad para caminar y movernos en bicicleta

Las ciudades están inmersas en un cambio de paradigma que busca adaptar nuestros viejos espacios urbanos a una nueva forma de relacionarnos. Cómo interactuamos entre nosotros y con nuestro entorno más próximo es la base sobre la que definimos el modelo de desarrollo económico, ecológico y social con el que construimos nuestra realidad local. Y es este espacio el que las nuevas agendas urbanas están repensando.

Son muchas las ciudades españolas y europeas que llevan años trabajando para cambiar de siglo, para dejar atrás un siglo XX de desarrollismo desaforado y abrazar un siglo XXI que vincule la idea de progreso a la de reparto y el concepto de desarrollo al de sostenibilidad. De eso va la Agenda 2030 de Naciones Unidas, y a ese enfoque responden las que algunos expertos denominan ya como las nuevas revoluciones urbanas.

Nuestra ciudad no ha querido quedarse atrás. Las transformaciones que Gijón experimentará durante la próxima década hacia una ciudad más verde y digital van a ser la garantía de mayores cotas de cohesión social, innovación económica y sostenibilidad ambiental. Y en este nuevo paradigma es en el que se sitúa la Ordenanza de Movilidad Sostenible que acabamos de aprobar.

Hablar hasta ahora de movilidad urbana era hacerlo de organizar el tráfico en un espacio público en el que los vehículos siguen ocupando el 80% de la superficie construida, entre viales y aparcamientos, en unas ciudades diseñadas conscientemente para ellos. La Ordenanza Municipal de Circulación y Transportes de Gijón, aprobada en el año 2003, es un buen reflejo de ello. Pero hablar hoy de movilidad urbana ya no es hacerlo solo de gestionar el tráfico, sino de integrar en la forma en la que nos movemos por la ciudad conceptos como los de sostenibilidad ambiental, ahorro energético, equidad social, salud, accesibilidad universal o desarrollo tecnológico.

Estos son los objetivos, compartidos por ciudades de diferentes geografías y signos políticos e integrados en las estrategias de movilidad europea y española, que componen el armazón normativo de la nueva Ordenanza de Movilidad Sostenible de Gijón. Una norma que no busca otra cosa que armonizar los distintos usos de las vías y los espacios públicos para hacerlos equilibradamente compatibles con el dinamismo económico y social, la salud de las personas y la protección del medio ambiente.

Son muchos los aspectos para los que la ordenanza plantea soluciones nuevas, porque nuevas también son las realidades y las percepciones que tenemos sobre nuestro entorno más próximo y los usos que en el día a día le damos a nuestras calles y plazas o a nuestros barrios. Pero quizá haya tres ejes que resuman la idea de ciudad hacia la que queremos avanzar.

El primero es de la movilidad activa. Gijón es una ciudad ideal para caminar y para movernos en bicicleta. La “Ciudad 30” que recoge la ordenanza –y que después incorporó a su reglamento la Dirección General de Tráfico–, los entornos escolares seguros o las calles y áreas residenciales son instrumentos que buscan promocionar estos modos de movilidad para todas las personas, de forma autónoma, en espacios seguros y saludables que inviten también a la estancia y la convivencia.

El segundo es la apuesta por el transporte público colectivo como el elemento estratégico de nuestro sistema de movilidad, tanto en el caso del autobús urbano e interurbano como en el del futuro metrotrén.

Y el tercero es dar una respuesta integradora, ordenada y sostenible a las nuevas realidades de movilidad personal, como los patinetes eléctricos, de movilidad compartida y de movilidad vinculada a la distribución urbana de mercancías que ha experimentado un salto exponencial por el auge del comercio electrónico.

Concretar estos tres grandes objetivos en una ciudad ya construida como la nuestra no será fácil porque conlleva, necesariamente, un nuevo reparto del espacio urbano. Quitar para poner. Por eso es importante que la nueva ordenanza sea el resultado del trabajo no solo de un gobierno, sino de 19 de 27 concejales de cuatro partidos políticos que la aprobaron, de entidades ciudadanas y de sectores profesionales.

En la búsqueda de ese consenso participado continuamos ahora trabajando para diseñar las actuaciones que permitan desarrollar la norma. La elaboración del Plan de Movilidad Sostenible 2021-2030 será la siguiente pieza hacia la movilidad del siglo XXI.

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