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Filippo Priore

Por libre

Filippo Priore

Desempleo pandémico

La destrucción de puestos de trabajo

Una casual contradicción ha querido que esta semana hayamos conocido los últimos datos del paro, con un feliz decrecimiento en el pasado mes de marzo, y que ha merecido incluso que el presidente del Gobierno saliese públicamente a congratularse de esta inusual circunstancia bajo su mandato, justo al mismo tiempo que LA NUEVA ESPAÑA está poniendo su foco de atención en la grave situación que atraviesan infinidad de jóvenes desempleados en nuestra cada vez más envejecida región.

Para estas nuevas generaciones que han tenido además la mala fortuna de coincidirles la búsqueda de empleo con la maldita pandemia, el tan cacareado Asturias, Paraíso Natural en realidad es un infierno cargado de penurias y frustraciones donde tres de cada cinco menores de 30 años son incapaces de encontrar un trabajo que les permita independizarse. Y no se vayan a creer ustedes que el principal problema estriba en que sus pretensiones económicas pudieran ser las de percibir unos ingresos a fin de mes similares a los de cualquier político de medio pelo. Al contrario, la mayoría de ellos se conformarían con un empleo normalito, pero que les diese estabilidad para poder siquiera soñar con un futuro mejor que este presente que les ha tocado vivir o más bien padecer. Que bastante tienen con que en la mejor época de su vida, un indeseado virus haya coartado también su necesaria interacción social.

Poner freno a este desempleo crítico para nuestra economía futura, hasta el punto de convertirse en algo también pandémico entre quienes deberían ser la nueva savia que nutriese de renovados conocimientos el mercado laboral, es sin duda uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos en esta región, que no puede seguir estirando ni un segundo más el vivir de rentas pasadas. Para algunos jóvenes las soluciones pudieran llegar ya demasiado tarde, pero no por ello podemos rendirnos y abandonarles a su suerte, que a fin de cuentas es la de todos los asturianos.

Para empezar, urge como se viene advirtiendo desde hace años sin que nadie ponga remedio, el adaptar la oferta formativa que se ofrece desde los diversos centros educativos de nuestra región a lo que nos está demandado el mercado de trabajo. En este sentido, a nuestros jóvenes les faltan referentes y guías que les sepan conducir desde sus primeras etapas de desarrollo docente, y en función de sus aptitudes hacia esos determinados campos laborales donde aunque resulte increíble de creer, a día de hoy existe demanda de mano de obra que no es cubierta ante la ausencia de candidatos que se adecuen a las capacidades requeridas.

Y quizás también habría que motivar con ayudas reales que no se limiten a las clásicas subvenciones que no dejan de ser limosna para hoy y hambre para mañana, para que aumenten los emprendedores, generadores a su vez de más empleo. Que la mayoría de nuestros jóvenes apostasen así por ser empresarios de éxito antes que anhelar engrosar la lista de funcionarios sería una buena señal de que algo pudiera estar cambiando.

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