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Señor mío y Dios mío

El sentido del cristianismo

Está claro que ser cristiano es creer que Jesús es Dios, pero es mucho más. La fe se nos regala en el bautismo, pero si esa fe se divorcia del amor, puede hasta apagarse. Tomás, y los hombres de nuestro tiempo, quieren tocar el amor, piden a gritos “ver” el amor, para contagiarse en la de de Jesús resucitado. No sólo porque los cristianos somos una familia bien avenida, sino porque tenemos que ser una familia para los que buscan, para los que están desilusionados, para los que necesitan ser amados.

¡Qué distintos seríamos los curas, los cristianos, y las parroquias! Si en vez de ser unos almacenes de palabras azucaradas, fuéramos testigos de ese amor contagioso, que invita a buscar a ese ¡Señor mío y Dios mío!, que es de todos.

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