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Armando Nosti

José Manuel Palacio, ahora o nunca

Gijón va a saldar por fin la deuda que tiene con el primer alcalde democrático tras la dictadura

Parece ser que esta vez va en serio, parece ser que por fin, Gijón va a saldar la deuda que tiene con el primer alcalde democrático de la ciudad después de la dictadura. Los precedentes invitan a la cautela, pero parece que sí, que a la tercera va la vencida.

Se habla de “cambiar el nombre del rey por el de José Manuel Palacio”. Personalmente creo que no debiera de plantearse de esa forma, son dos temas distintos. Primero se trata de decidir si se retira o no una distinción a un rey que no parece merecerla. Yo no creo que el rey nos haya traído la democracia, el rey es un nexo de unión entre el régimen dictatorial y el democrático, nexo impuesto por el dictador que hubo que colar de rondón en la Constitución ante la casi certeza de que, si tal y como pedían en Europa, se hacía un referéndum, no iba a superarlo. Su más que dudosa actuación el 23 de febrero y los acontecimientos que llevaron a la propia Casa Real a retirarle todos sus privilegios y a enviarle a un exilio dorado dejan sin efecto la presunción de inocencia por no haber sido imputado ni juzgado, argumentos que también invalida la inviolabilidad que los impide. No hay motivos para que Gijón siga manteniendo el nombre de Juan Carlos I en una avenida.

Retirado el nombre de la avenida, entraríamos en otro tema, en darle un nuevo nombre, y para ello, la propuesta oficial, que comparto, es la de que la avenida pase a llevar el nombre de José Manuel Palacio, que no fue alcalde de Gijón gracias al rey, que lo fue por los votos de sus ciudadanos en 1979 y el refrendo en 1983 con diecisiete concejales. En cada esquina de Gijón hay algún motivo para que la avenida lleve el nombre de quien fue su alcalde desde 1979 hasta 1987. Los Pericones, el Cerro de Santa Catalina, el Cabo de San Lorenzo, El Lauredal, el Plan General de Ordenación, el catálogo de edificios a conservar, el asfaltado integral de todos los barrios y un largo etcétera hacen que el reconocimiento sea más que merecido. Siempre hay alguien que dice que las calles no deben llevar nombre de políticos para que no estén en el aire cada vez que hay cambios de tendencias. Sinceramente creo que José Manuel está a salvo de estos lances. Su honestidad e integridad, que le llevaron a ser descabalgado de la candidatura de su partido en 1987, son proverbiales y reconocidas por gente de todas las tendencias.

Los perjuicios a ciudadanos y comerciantes, hoy día son mínimos, por mucho que a falta de argumentos se utilicen en plan amenaza, o para pedir ayudas. Mis respetos a la propuesta de avenida de la Sanidad Pública, pero lo que necesita nuestra sanidad no son aplausos y reconocimientos para quedar bien y no gastar nada, necesita mejores condiciones económicas y laborales, ampliación de plantillas, acabar con las listas de interinos y un fuerte blindaje contra las privatizaciones.

Hace tiempo que José Manuel debiera estar en el callejero de Gijón. Retirar el nombre de la avenida a Juan Carlos I parece obligatorio. La oportunidad es única. Ahora o nunca.

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