Opinión | Taza y media
Creíble, a medias
El plan para controlar la calidad del aire en la zona oeste de Gijón recién salido del horno del Principado ha venido a confirmar lo que ya apuntaba el borrador. Se trata de un compendio de propuestas, algunas más viejas que la tarara, que se pueden clasificar en tres categorías en función de su grado de “ingenuidad”. Las que tienen que ver con el tráfico son perfectamente realizables porque el Ayuntamiento dispone de potestad, como ha demostrado sobradamente en los últimos tiempos, para reorganizar la circulación, aunque estarán estrechamente vinculadas a la construcción del vial de Jove, que depende de Madrid. Las relativas a la medición de la contaminación darán un salto cualitativo con la instalación de la estación fija en El Lauredal. Y las que afectan a El Musel y a la gran industria solo se podrán ejecutar, en parte, con una actitud dialogante por parte de la Administración regional. Porque no las va a pagar ella.
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