Los proyectos con los que Gijón opta a arañar 200 millones de la gran transfusión europea contra la crisis que repartirá Pedro Sánchez casi en primera persona se pueden agrupar a simple vista en tres categorías complementarias según su finalidad: la regeneración de barrios (Roces, La Camocha y Cimadevilla), la movilidad (corredores verdes y uso de la bicicleta) y la sostenibilidad (mejoras energéticas en edificios, ecomanzanas y empleo de hidrógeno en vehículos municipales). La mayoría comulga con las exigencias medioambientales de Bruselas, pero ni mucho menos todos garantizan de manera clara y evidente un nuevo modelo productivo que impulse la economía local, la otra condición sine qua non de los gerifaltes comunitarios. Tienen pilares sólidos, pero muchas ideas siguen en estado gaseoso.