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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Dejadez y desmemoria

Una instalación que la desidia municipal permitió convertirse penosamente en una ruina

Funcionó durante años por donde la Cruz de Ceares un centro llamado el “Hogar del Productor”. En el edificio, de finales de los 50 y proyectado por el arquitecto Miguel Díaz Negrete, se recogían instalaciones recreativas, un bar, una bolera, salones de juegos, un cine... Ya su denominación indica su finalidad y su origen temporal en plena época franquista, durante la que los trabajadores u obreros eran denominados productores. Advino la democracia y el centro siguió funcionando pues daba un importante servicio al barrio y aledaños. Llegó un momento en el que, como tantas otras instalaciones heredadas del régimen de la dictadura, se estableció un desencuentro entre el Gobierno del Principado y el Ayuntamiento de Gijón sobre a cuál de las dos administraciones correspondía su propiedad. Tras unos cuantos años de dimes y diretes, la propiedad recayó en la municipalidad que, la verdad, no se ocupó mucho del edificio que entró en un periodo decadente lo que acarreó su rápido deterioro. El público dejó de acudir a lo que era ya una pequeña cochambre y, una vez abandonado, el edificio entró en ruina. A la vista de su estado, durante el anterior mandato municipal, los mandamases del Foro, con su caritativa cirujana al frente, decidieron su derribo, pero sin dar un fin concreto a qué dedicar el solar restante. Como de aquella Corporación no se destacaba precisamente por su diligencia, el edificio quedó ahí cayéndose por sí solo. Ahora, esta Corporación, para conmemorar su ecuador de mandato se apunta al derribo parcial.

En lugar de repensarlo, de revocar el acuerdo y dedicar recursos, ya sabemos serán cuantiosos, más asumibles, para devolver a la construcción su aspecto original. El mal de Gijón es que se caracteriza por demoler sus edificios por lo que la ciudad se queda sin historia en sus edificios. Ahora, se cargan el Hogar del Productor de Ceares y cualquier día, como también fueron construidas durante el franquismo, se les pone en el moño derribar el grupo de la Mil Quinientas de Pumarín o el poblado de Roces.

Es una historia esta por estudiar; por ejemplo el silencio de la correspondiente asociación de vecinos del barrio, lo que hace suponer que alguna misérrima tajada espera obtener de lo que de allí vaya a salir, o de las corporaciones profesionales relacionadas con la cultura o la arquitectura. Operación derribo parcial para el maltrecho Hogar del Productor de Ceares del que nadie parece preocuparse. Pues ya va siendo hora que estos responsables municipales, que parece poco tienen de ello, se muevan y retomen la iniciativa de recuperar un edificio que fue emblemático en un barrio que fue un extremo de la villa y ya no lo es.

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