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Machismo hasta el túetano

El 9 de marzo publiqué en este periódico un artículo sobre el acoso a las mujeres. Un lector calificó el artículo de “sectario y feminazi”, otro escribió: “Pues halaaa ... El violador eres tú ...El violador, eres tú” (sic)” y lo remató preguntando si me gustaba. Son dos pruebas irrefutables de que el machismo está aquí.

Un diputado del Partido Popular le dice a la ministra de trabajo: “Hablan mucho sobre igualdad en su partido y su propio líder nos ha dejado claro que ahí dentro las mujeres solo suben en el escalafón si se agarran bien fuerte a una coleta”. Ante la petición de la ministra a la presidenta de retirada de las palabras, el diputado simuló hacerlo: “Me acusa directamente de machista, que nunca lo he sido ni lo seré nunca. No tengo inconveniente en retirarlo porque los españoles sabemos cómo funciona su partido y sus nombramientos”. Eso no es retirar unas palabras machistas, es confirmarlas y ni la ministra ni la presidenta debieron permitirlo.

Un diputado provincial de Burgos contesta una interpelación de una diputada socialista mandándola a la cocina. Más tarde se disculpa, siempre se disculpan tarde, con un “se han malinterpretado mis palabras, podría haberla mandado al jardín”. Podría, sería igualmente machista y maleducado, pero la mandó a la cocina.

Una senadora popular remata una intervención insultante y vergonzosa diciéndole a Irene Montero: “De mujer a mujer, señora ministra, ¿siente usted vergüenza por compartir su vida con un machista o va a seguir callada? ¿Es usted una mujer sumisa a un macho alfa?”. Vergüenza es lo que sentimos por tener representantes como esta señora.

Una mujer, policía y tiradora olímpica deja a su pareja, policía y tirador olímpico. Él no lo admite y comienza a acosarla. Lo pone en conocimiento de la Federación que anteponiendo los resultados deportivos a los derechos humanos le recomienda que no denuncie. Pese a la recomendación, denuncia y la justicia le da la razón y una orden de alejamiento. La Federación pide disculpas. Aquí no caben disculpas, los federativos implicados deben de dimitir y, de no hacerlo, el CSD debe cesarles.

Todo esto es una pequeña muestra de lo que ocurrió en el último mes, solo en el último mes. Vivimos en una sociedad que lleva el machismo de serie, en el tuétano. Son muchos años de educación machista, de mujer para procrear y servir. Son muchos años de unos valores que nos mantienen anclados en un pasado que conviene a unos pocos que tienen sometidos a unos muchos.

Para el machismo hay una vacuna, se llama educación, desde el principio, desde la guardería tenemos que comprometernos todos a educar en igualdad a nuestros hijos. Y en las instituciones públicas hay que cortar de raíz este tipo de expresiones, por ley.

Que hoy también sea 8 de marzo, y mañana, y al siguiente y al otro.

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