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Eloy Méndez

Taza y media

Eloy Méndez

Forjador de La Calzada

Si por algo sobresalió Rufino Ballesteros fue por hacer de la necesidad, virtud. Supo ver que La Calzada precisaba del apoyo consistorial para fortalecer su idiosincrasia altamente participativa, pero siempre tuvo claro que la iniciativa correspondía a sus gentes y no directamente al poder político, con el que guardó una estrecha relación a dos pasos de distancia. Sin darse la menor importancia, se convirtió en perejil de todas las salsas cocinadas de Veriña a El Natahoyo. Fue impulsor de deportes minoritarios, tenaz promotor de eventos lúdicos, apasionado animador de la actividad coral pese a reconocer una escasa voz y ejemplar representante de los miles de obreros que desembocaron en la ciudad procedentes de otros lugares de Asturias para darle músculo industrial. Su palabra valía tanto como la firma sobre un papel. Y su altruismo no tenía precio.

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