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Fascismo o democracia

Sobre las proclamas de Vox al odio y la intolerancia

“El huevo de la serpiente está presente, anidando en el odio y en el sentimiento de violencia de un sector social y político que conducen elementos no democráticos, que emplean cualquier escenario para estimular la agresión. Estos utilizan dos vías: una abiertamente subversiva y, otra, con apariencia constitucional desde la cual atacan abiertamente al Estado de derecho” (José Vicente Rangel).

A los que pensaban que el fascismo en nuestro país era una remota posibilidad les recuerdo que hace ya tiempo manifesté que las proclamas de Vox al odio e intolerancia estaban incubando el monstruo maligno descrito por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht que tanto se prodigó en la cultura y política antinazi. El fascismo, descrito por Brecht, incide en el conservadurismo y empeño del individuo a vivir al margen de la detención y la suerte que puedan correr sus semejantes hasta que él pasa a ser víctima también. Sólo entonces se da cuenta de que está sólo y ya no queda nadie para ayudarlo.

A inicios de octubre de 2018 en el mitin de Vistalegre en Madrid el partido ultraderechista Vox pidió la voz y la palabra para entrar en la escena política. A mi juicio, fue el punto de inflexión estratégico, que Vox escogió para agraviar a la democracia y tensionar a los demócratas a base de resucitar el lenguaje y acción del fascismo, del nacismo y el rescate de los himnos franquistas. En un corto recorrido se produjo la concentración ultra de la plaza de Colón, las caceroladas en Núñez de Balboa y otros hechos que ratifican sus intenciones golpistas, xenófobas, ataques a las libertades, a medios de comunicación, a sedes de partidos y, lo que es peor, a personas de ideología distinta y contrarias al modelo de pensamiento único de Vox.

En tan poco recorrido, los hechos evidencian que ha contado con agentes políticos y mediáticos propios y afines para la divulgación de su código incitando al odio y a la crispación social con el fin de reconfigurar las dos Españas belicosas. Pero, lo que también ha sido evidente, lamentablemente, es el espacio mediático ofrecido por otros medios divulgativos susceptibles a la defensa de los valores de tolerancia democrática sin percatarse que la democracia no puede ser tolerante con los intolerantes por mucho que esto pueda afectar a los intereses de las cadenas audiovisuales, radiofónicas y periodísticas. No se pueden ofrecer espacios de libertad democrática a quienes socaban esa libertad a base de sacar a relucir el matonismo que llevan dentro. No se puede alimentar a la serpiente.

La campaña electoral del 4 de mayo en Madrid, a raíz del debate en la SER, la candidata de Vox polarizó el fascismo en su persona al no condenar las amenazas de muerte, con balas incluidas, al ministro del interior, directora de la Guardia Civil y Pablo Iglesias. Dicha candidata que no merece ser mencionada se encuentra cómoda en la bronca, en el juego sucio. Esa candidata de sonrisa maligna que le quita la limosna al pobre y, a la vez, le convence de que su suerte está en la pobreza por decisión divina, o lo que es igual, que debe seguir en las colas de la pobreza para no perder su condición de mantenido.

Las palabras del mitin de Vista Alegre han dado paso a las balas, pero es de desear, por el bien de los demócratas que éstas, por muy reprobable que sea, solamente se introduzcan en cartas y no en las recámaras de las pistolas.

“Sólo hay algo peor que ver morir a la democracia y, es que la maten”.

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