La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Iván Pérez del Río

¿Eternamente subvencionados o competitivos?

La semana pasada, LA NUEVA ESPAÑA informaba de que la gran industria asturiana pagó el precio más caro de electricidad en los últimos diez años. Si comparamos el recibo asturiano con lo que abona su competencia en Alemania o Francia, las diferencias son extraordinarias. Las empresas germanas pagaron, en abril, un 21,6% menos por la luz. Según las cuentas de la Asociación Española de Empresas de Gran Consumo (AEGE), las grandes empresas de Asturias pagarán este año una media de 62,28€ por megavatio hora, un 82,8% más que en 2020 y un 4,8% más que los alemanes. De esta comparativa se excluyen los impuestos, de incluirse los porcentajes serían aún más llamativos. Si añadimos esta variable el resultado es el de una industria, la asturiana, que terminará pagando más del doble que los franceses y 25€ más por megavatio/h que los alemanes.

Lo cierto es que la noticia no es nueva. Si acudimos a la hemeroteca, vemos que en agosto de 2020, la LNE, también se hacía eco de la misma situación. Y si seguimos tirando de histórico, en junio de 2019, el sector electrointensivo reclamaba unos precios eléctricos iguales a los europeos para poder competir en los mercados.

El único modo en que los socialistas afrontan esta situación es a golpe de “subvención”. El PSOE ha despreciado, siempre y en todo momento nuestra industria, haciéndola dependiente de subvenciones, en vez de adoptar medidas eficaces y profundas para que gane en competitividad. Otros países europeos cuentan con una política industrial eficaz. Los Gobiernos de Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y el Reino Unido, por ejemplo, miman a sus industrias con una exención total del impuesto de electricidad; también están instauradas las compensaciones por emisiones indirectas de CO2, cuando en España se abonan de forma esporádica. Además, en todos esos países se aplica un mecanismo de gestión de la demanda (interrumpibilidad).

Hace un año se celebró un pleno monográfico en la Junta del que salió un acuerdo por el que se instaba al Gobierno a elaborar un plan industrial. El Gobierno de Barbón incumplió todos estos compromisos adquiridos con la industria asturiana.

La única receta del socialismo son las subvenciones. En estos momentos, esperar como pedigüeños a las ayudas de Europa. De los socialistas no se pueden esperar planes estratégicos de ningún tipo. Con ellos en el gobierno no queda otra que seguir presenciando, año tras año, cómo más industrias entran en barrena ahogadas por la falta de competitividad derivada de la caída progresiva de los incentivos eléctricos.

Compartir el artículo

stats