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Maribel Lugilde

Rehenes de la lotería del trombo

Profesionales esenciales en el limbo de no saber ni cuándo ni con qué se completará su vacunación

Formo parte del grupo de más de dos millones de personas que nos hallamos en España en la vía muerta de haber recibido la primera dosis AstraZeneca y quedar después fuera del rango de edad para la segunda. Esto nos ocurre por integrar el escalón “seis” en la estrategia de vacunación: los profesionales esenciales. A veces las estrategias, sobre todo las cambiantes, tienen estos daños colaterales. Nosotros somos uno. Personal sanitario, de emergencias, cuerpos de seguridad y profesorado afectado no sabemos ni cuándo ni con qué completaremos vacunación.

Al menos se ha descartado la no-solución que iba entre las posibles cuando AstraZeneca dejó de inyectarse a menores de 60: dejarnos con una sola dosis, excluyéndonos del derecho a la inmunización que sí tiene el resto de conciudadanos y conciudadanas nuestros. Esto da para inspirar doctrina en altos tribunales. Debieron darse cuenta y hoy nadie más que nosotros se acuerda de aquella incomprensible huida hacia delante.

Me informo a través de medios de comunicación profesionales cuyas fuentes son contrastadas, y constato que la posibilidad de tener un trombo por AstraZeneca es tan remota matemáticamente como ganar el primer premio de la lotería. En el momento de escribir estas líneas, el índice de positividad en nuestro país es de 160 por cada 100.000 personas. La lotería de la covid, dicen los números, es más generosa.

Como a mí la medicina y, en particular las vacunas, siempre me han parecido una bendición, nunca sentí la necesidad de escrutar los efectos probables o remotos del calendario de vacunación de mis hijos, las vacunas que me he puesto para viajar, las medicaciones o pruebas diagnósticas para las que firmamos esos consentimientos informados que son también décimos, cada cual de su lotería. Nosotros somos rehenes de la del trombo.

No querría que la solución dependiera de nuestra voluntad individual de asumir el riesgo. No por no hacerlo, de buena gana completaría mi vacunación con AstraZeneca. Sino por ese civismo que me enseñaron en casa y en la escuela, el que me dice que las cosas colectivas han de ir organizadas, con fundamento científico y sentido común gestor. También respeto a las personas.

Así estamos, a la espera de saber qué riesgo asumimos por decreto, el de AstraZeneca o el del cóctel de vacunas. Un lacónico sms, única información oficial recibida hasta ahora, nos ha aplazado la segunda dosis. En la inmunidad del rebaño del verano, sepan que este grupo de “esenciales” estaremos pendientes de una llamada. Salud y vacunas a todas y todos.

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