Dos años después de la holgada victoria de Ana González en las elecciones municipales, el gobierno del PSOE e Izquierda Unida sigue sin un aliado estable que le permita alcanzar los catorce apoyos necesarios para enlazar mayorías absolutas en las votaciones de la Corporación más atomizada. Y no parece que lo vaya a tener en adelante, por decisión propia. Hasta ahora, ha tirado con solvencia de “geometría variable”, pomposa expresión que significa cambiar de socio en función del momento, para sacar adelante los asuntos con enjundia (bien es cierto que eludió presentar los presupuestos para este año). Aunque también se ha llevado algún revolcón y varios sustos, como la agónica aprobación de las ordenanzas fiscales en curso. De aquí a 2023 no le espera un camino de rosas porque la tensión política es directamente proporcional a la proximidad de las urnas. Y por medio queda el convenio del plan de vías.
