De una lectura pausada de los trece proyectos que optan a quitarle cemento y ponerle verde al paseo de Fomento se puede concluir que todos son capaces de generar ilusión, aunque algunos pecan de fantasía o contravienen la normativa urbanística y ninguno entra a saco en las consecuencias que tendrá la semipeatonalización (necesaria sin duda para regenerar económicamente el eje) en el tráfico del centro de la ciudad. También parece un rotundo acierto el proceso de selección, mitad participativo mediante una votación popular y mitad sometido al criterio técnico de un jurado, siempre y cuando no sirva de excusa para acabar ejecutando un popurrí. Y se echa en falta una horquilla en el apartado de la inversión que hubiese evitado el sinsentido de que entre la propuesta más barata y la más cara haya una diferencia de 19,4 millones de euros.
