Ana González cumplirá el próximo martes, 15 de junio, dos años al frente del Ayuntamiento de Gijón. Medio mandato que irremediablemente ha estado marcado por los destrozos económicos y sociales provocados por la pandemia, que han obligado a dar un giro de 180 grados a las prioridades municipales y que han condicionado las dinámicas internas de la Corporación, con plenos y comisiones desvirtuados por el formato telemático. Pero en este tiempo, no todo en la ciudad ha sido covid, ni mucho menos. El debate sobre el plan de vías, la gran asignatura pendiente desde hace dos décadas, ha rebrotado con fuerza después de que el gobierno local, respaldado por el Principado y el Ministerio de Transportes, haya decidido desechar el convenio firmado en 2019, que fijaba la estación intermodal junto al Museo del Ferrocarril, para hacer uno nuevo que la sitúa en Moreda. Los numerosos cambios en la movilidad, las acciones contra la contaminación, el germen de un modelo cultural aún poco definido en torno a Tabacalera y el impulso al cambio productivo con el desarrollo de proyectos ligados a la innovación mediante el crecimiento del Parque Tecnológico son otras cuestiones relevantes.

La izquierda regresó a mediados de 2019 al poder tras ocho años de mandato de Foro con un gobierno de coalición formado por el PSOE e IU que no tiene mayoría absoluta (suma 12 de los 27 concejales) y con muchas caras nuevas. Un equipo que halló en la pandemia su primer gran reto, al que respondió con un rápido pacto con los agentes sociales y con el refuerzo de las ayudas sociales, en un doble movimiento alabado por casi todas las fuerzas políticas. Pero ese impulso inicial se ha visto frenado por las enormes trabas burocráticas del Ayuntamiento, que impiden a los beneficiarios de los fondos (familias y sectores profesionales como la hostelería) acceder a ellos en tiempo y forma. Acabar con el colapso consistorial es exigencia ineludible.

Más controversia han generado otros temas cruciales. Los anunciados cambios del plan de vías han desatado una considerable tormenta y a día de hoy no cuentan con el apoyo suficiente en el Pleno. Las peatonalizaciones, especialmente el cierre total de la avenida del Molinón y el parcial del paseo del Muro, tienen partidarios y detractores en la sociedad gijonesa. Y las medidas medioambientales, como los análisis del carbón en la playa de San Lorenzo o la renaturalización el Piles, han suscitado divergencias con otras instituciones o con entidades.

Pero más allá de las actuaciones concretas, a Gijón le queda por delante un bienio plagado de retos con la recuperación económica como principal meta. A ello deben contribuir todos los representantes locales de la ciudadanía con responsabilidad, rigor y haciendo escuchar sus diferencias con el único fin de lograr mejoras colectivas. Ahora más que nunca, el acierto y la determinación de la administración local, la más cercana, son una necesidad vital.