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Nuevas epístilas a “Bilbo”

Nanas para perros

Una reflexión al hilo de Lorca

En 1928, Lorca dicta una primorosa conferencia sobre las nanas, donde pronuncia frases tan rutilantes como estas:

“España usa sus melodías para teñir el primer sueño de los niños”.

Resulta peculiar, dice, “la aguda tristeza de las canciones de cuna de nuestro país”.

“No se trata de un modelo o de una canción aislada en una región, no; todas las regiones acentúan sus caracteres poéticos y su fondo de tristeza en esta clase de cantos, desde Asturias y Galicia hasta Andalucía y Murcia, pasando por el azafrán y el modo yacente de Castilla”.

“Podríamos hacer un mapa melódico de España, y notaríamos en él una fusión entre las regiones, un cambio de sangres y jugos que veríamos alternar en las sístoles y diástoles de las estaciones del año. Veríamos claro el esqueleto de aire irrompible que une las regiones de la Península”. Afirma, al hilo de la presencia natural de la muerte en nuestras nanas, con una rotundidad estremecedora, casi premonitoria, que “un muerto es más muerto en España que en cualquiera otra parte del mundo”.

Recordé el texto lorquiano porque el otro día, “Bilbo”, la dueña de “Turco”, tu colega ocasional de juegos, va y cuenta en el corro del parque de perros que ella le canta nanas a su mastín. De mano, me di la vuelta y tape la boca para que nadie se percatara del descojone que me entró. Algo más tarde, de vuelta a casa, pensé que no era asunto para tomarlo a broma, que en este mundo disparatado sentimos mayor duelo por la pérdida de una mascota que por la muerte del abuelo o por los cadáveres de un cayuco a la deriva. Humanizamos la tenencia del animal –lo que se asemeja a cierta modalidad de maltrato–, mientras esparcimos la banalidad y el mal en las relaciones personales –lo que nos convierte en maltratadores por partida doble o múltiple–.

Al acostarme, di otra vuelta de tuerca al comentario de la dueña de “Turco” y me pregunté qué pensaría Federico de las excentricidades de la época actual. No atisbé su respuesta ni por aproximación. Concluí que su escala de valores –la de Federico– en poco se habría de parecer a esta que practicamos ahora. Es más, me dio por sospechar que, por muy extravagante o estrambótico que pareciese, quizá ya existiera una patente registrada con la marca de “composición de nanas para perros”. ¿Quién nos dice que no pululen por ahí youtuberos y youtuberas avispados que hayan olfateado tal oficio como un prometedor y lucrativo nicho de negocio?

Al levantarme, me dije que igual no era mala idea esa de componer nanas para perros. Total, Federico no sufrirá escándalo.

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