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Paco G. Redondo

El malecón

La playa sin arena, casetas, coches ni comercios pujantes

Este domingo 27 de junio soleado paseando sobre las 7 de la tarde por el Muro pude comprobar una vez más la indigencia de arena seca en pleamar en la playa de san Lorenzo. El agua llegaba hasta el muro desde la escalera 1 hasta la escalera 10, quedando solo arenal entre los números 11 y 15, como referencia, la caseta de salvamento está ubicada en la escalera 12. No solo eso, además tampoco había arena en el antiguo Tostaderu, al otro lado del Piles. Si hubieran puesto las típicas casetas de colores de años anteriores, apenas habría sitio para poder extender sus toallas los bañistas. A pesar de las monsergas de cada año de la alcaldesa de Cascos y su observatorio ciego, inventándose que ese año la playa tenía 30.000 metros más de arena que el anterior, la realidad es tozuda: las cosas son como son, y no como se inventan.

En cuanto al espacio antes de dos carriles y ahora con el suelo pintado de colores para peatones, su uso era escaso, apenas un diez por ciento de los paseantes. La gran mayoría sigue prefiriendo pasear por la zona más ancha y más cercana al mar, junto a las olas. ¿Hasta qué punto era necesario reducir los carriles de cuatro a uno? Si se trataba de fastidiar a los conductores y/o desanimarles a usar los vehículos, han dado en la diana. Otro 10 psicológico para los antisistema, si con ello además se boicotea la industria automovilística y siderúrgica; más difícil van a tener colapsar el capitalismo al año que viene, o demostrar que, aunque Marx haya fallado, Marx es infalible, y el progreso de la sociedad consiste en la lucha de clases, y la guerra civil entre propietarios y no propietarios. Eso sí, nos dejan mayormente con un malecón como el de La Habana.

Si se trataba de mejorar la movilidad es un experimento esteticista pero banal, dada su poca aportación positiva. Según leo por internet los atascos de las horas punta en Gijón aumentan 41 horas al año los tiempos de viaje, lo que significa pérdida de horas y de dinero, y aumento del tiempo de los tubos de escape de vehículos contaminando. Si ya nuestro Gijón del alma, con tantas potencialidades desaprovechadas, era la ciudad del plan de vías sin vías, el metrotrén sin trenes, la estación intermodal sin andenes, el solarón de pisos sin pisos y la playa de san Lorenzo sin arena, ahora tenemos la playa de san Lorenzo sin Tostaderu, sin casetas, y con las terrazas de las cafeterías medio vacías. El resurgir de la ciudad costera vendrá cuando primero recuperemos el sentido común.

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