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Eduardo Viñuela

Festival de Música Antigua de Gijón

Eduardo Viñuela

Música del “Camino” para abrir un festival

“Taracea” reelabora la música antigua en clave folk y jazz

Como anillo al dedo. Así encajaron Taracea en la programación del XXIV Festival de Música Antigua de Gijón, y es que estamos en “año Xacobeo” y el Camino de Santiago se erige como uno de los leitmoiv de esta edición. La apertura fue toda una declaración de intenciones y la ocasión perfecta para que Taracea estrenara en directo su nuevo repertorio: “Desvíos a Santiago. Caminos que unen Europa”. Un viaje musical con parada en distintos enclaves del “Camino” y con una reelaboración estética que entusiasmó al público gijonés.

Música del “Camino” para abrir un festival

Puede sonar ya a tópico, pero el recital del pasado jueves tuvo una carga emocional extra, porque, tras los contratiempos de la edición anterior, la música antigua regresaba al Antiguo Instituto con su calendario habitual, y la luz crepuscular del patio en la que suena la música volvía a crear una atmósfera mágica. El concierto empezó con la melodía del “O quam mirabilis est” de Hildegard von Bingen; los arpegios de vihuela y las notas tenidas en el contrabajo ponían la base de una sonoridad que progresivamente se fue enriqueciendo con percusiones hasta que la flauta se impuso con el tema de esta pieza.

El recital tuvo carga emocional extra por el regreso de la Música Antigua

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Este arranque era una carta de presentación del planteamiento con el que esta formación revisita la música antigua. A medio camino ente el folk y el jazz, la música de Taracea mima la sonoridad de cada pieza cuidando los detalles; destaca el empeño por lograr un nutrido colorido tímbrico y por implementar variaciones y giros que aporten algo nuevo a la pieza original.

Desde luego, no es una propuesta para puristas, pero el rigor y el respeto a la tradición se respira en cada compás, no tanto en lo formal como en el sentido y la función que tenía este repertorio: el canto a varias voces del “Polorum regina” da ese aire de bienvenida a los peregrinos con el que se entonaba en el Monasterio de Monserrat, y la libertad con la que discurrieron los diálogos entre instrumentos sobre el ritmo sincopado del “Passamèze” de Adrien le Roy sirvió para transmitir el carácter de esta pieza.

Así, el “Romerico” de Juan del Encina acabó derivando en una pieza de jazz, el “Quand nous partîmes de France” se acercó a la estética celta y la cantiga 181 “Pero que seja a gente” de Alfonso X “el Sabio” a las músicas del mundo, con ritmos de inspiración árabe. Especialmente emocionante resultó el “Romance de Don Gaiferos” en la voz de Isabel Martín, antes de cerrar el programa del concierto con “Urrundik”, pieza tradicional vasca que habla de la vuelta al hogar tras un viaje. Fue el broche perfecto para un recital que pone el acento en las conexiones culturales del Camino de Santiago haciéndonos viajar no sólo por la geografía europea, sino también por las diferentes estéticas que se han configurado en estos encuentros culturales a lo largo del tiempo.

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