Cuando el autor de escritos de opinión hace uso de las páginas de un medio de prensa para ejercer de portavoz solapado de una organización política o de un sector de la misma y construye unos relatos plagados de falsedades, injurias y graves insultos, no puede llamársele artículos de opinión. Son sencillamente, panfletos. Auténtica basura.
En esa serie que bajo el nombre de “Varadero de Fomento” publica cada semana Alejandro Ortea en LA NUEVA ESPAÑA, me encuentro (todo un hallazgo) con uno que llegó a los lectores el pasado día 20 de julio y que se permite titular “Alegre grupo de tolilis”. No duda –supongo que rayando el delito–, en llamar defectuoso al exalcalde José Manuel Palacio. Señor Ortea: demuestra usted una escasa catadura moral al dedicar semejante calificativo a una persona fallecida hace más de dieciséis años y que, por lo tanto, no podrá defenderse.
Permítame aclararle (más bien desmentirle) varias afirmaciones que hace sobre José Manuel Palacio. Efectivamente, el PSOE –manejado en aquellos tiempos por un grupo de jóvenes auto bautizados como La Tribu– le dio, (si quiere le copio la palabreja) soleta. Lo hizo desvirtuando el carácter democrático y transparente que debe aplicar en sus actos (incluidas las asambleas) toda organización política. Allí, usted lo sabe bien, votaron afiliados de otras agrupaciones cuyos carnets habían sido entregados a familiares y amigos la noche anterior en más de una sidrería local. Trampas maquinadas por aquellos futuros dirigentes que meses después ocuparían puestos de relevancia tanto en el gobierno local como en el regional. ¿Recuerda, señor Ortea, el resultado de aquella sonada asamblea?: dieciocho votos a favor de los tramposos. Pues bien, por si ya se le olvidó y dado que yo formaba parte de la lista “derrotada” acordamos, una vez comprobadas las tropelías, denunciarlo en el Juzgado. Como la justicia en este país no es precisamente ágil, pasados unos meses el juez nos dio la razón aunque para ese entonces el candidato, no afiliado al PSOE, ya ocupaba la poltrona municipal.
La ciudad y su comarca no estaban “arrugadas como una patata vieja”, más bien Gijón y su concejo bajo el mandato de José Manuel Palacio habían experimentado en aquellos ocho años semejante transformación en los aspectos urbanístico, educativo, social y cultural como nunca se registraran en este municipio. Señor Ortea: usted conoce bien aquella realidad, no la celebre ni la enaltezca, pero, al menos por una vez, sea honesto, no la niegue ni la tergiverse. Por otro lado, ¿quién es usted para tildar al exalcalde Palacio de tristón?; ¿tuvo alguna relación con él?, ¿le hizo alguna entrevista acaso? Una vez más habla de oídas y, como tal, manipula y miente. ¡Ya quisiera usted ser dueño del buen humor, la retranca e ironía que tenía él!
No soy quien para rectificar su trayectoria como articulista. A los fabuladores Marhuenda e Inda, por citar a algunos, los representa usted bien en esta región. Ellos, como usted, son poco o nada creíbles. No están al servicio de una información seria y objetiva, más bien obedecen a consignas de partidos u organizaciones necesitadas de eliminar a quienes gobiernan sin detenerse a sopesar el tamaño y la gravedad del bulo a propalar.
En cuanto a los desprecios e insultos que vierte continuamente sobre la alcaldesa Ana González y el concejal Aurelio Martín, nada que opinar. Ellos tienen la suerte de estar con vida para defenderse.
¿De verdad, señor Ortea cree que no se puede hacer otro periodismo que no se base únicamente insultos, bulos y patrañas? ¿Cree que con su estilo va a gozar de un mínimo prestigio ¿O acaso guarda aún la esperanza de que algún consejero de alguna comunidad cercana le llame de nuevo para encubrir sus fechorías?
Los amiguetes de Palacio que cita creemos que, en periodismo, como en otros órdenes de la vida, se puede y se debe ser honesto. Aunque para usted seamos solo unos tolilis.
