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Maribel Lugilde

Intersección

Tradición y laicismo después del Día de Asturias

Si el Ayuntamiento de Gijón volviera ahora -tras la celebración del Día de Asturias- a abrir a consulta pública la posibilidad de contar con un reglamento de laicidad en la ciudad, las respuestas no hubieran sido tan escasas y tibias como en abril, cuando se lanzó la propuesta. Entonces no le pareció a la ciudadanía una cuestión urgente normativizar lo que, por otro lado, viene ya establecido en la propia Constitución: la “aconfesionalidad” y “neutralidad” de los poderes públicos.

Pero el reglamento sí daría cobertura, por poner un ejemplo, a cuestiones como la ausencia de representación municipal en la ceremonia de bendición de las aguas en el Campo Valdés el día de San Pedro. Cierto es que éramos muchas y muchos los que entendíamos que actos como ése bien podían haber continuado en un espacio de intersección entre tradición y modernidad. Las tradiciones no justifican ni blanquean todo, en absoluto, pero merecen ser analizadas con mucho tacto por la carga simbólica y emocional que contienen.

El presidente del Principado, Adrián Barbón ha venido considerando que el acto religioso en Covadonga por el Día de Asturias estaba en esa intersección. Dudo que ahora mismo lo piense. Si le quedaba alguna duda, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, la ha despejado en su última homilía. Es obvio que no se ha percatado nuestro prelado de cuál debería ser su rol junto a Barbón en esa intersección. Simplemente la ha dinamitado.

Sanz Montes parece instalado en la convicción antigua, preconstitucional, de tener autoridad para marcar líneas de actuación a gobiernos y cuestionar la normativa legítima de todo un país, reconviniendo a sus gobernantes desde el púlpito.

La propia naturaleza del acto, una eucaristía, impedía que el aludido –es decir, el presidente asturiano– diera respuesta. Así que Barbón, atado a la solemnidad del evento, aparecía entre contrito y perplejo mientras Sanz Montes tenía toda la cobertura -incluida la televisiva- para explayarse con alusiones que llegaron hasta Gijón, los toros, las “estocadas en el seno materno” o “la puntilla al enfermo” terminal, en clara alusión a las leyes que regulan el aborto y la eutanasia. Estupefacción.

Izquierda Unida ha presentado una proposición no de ley para marcar una pauta concreta de separación entre religión y gobierno, de forma que celebraciones como la del Día de Asturias se desarrollen con actos diferenciados entre la celebración institucional y la religiosa. Ignoro si Barbón está valorando dar el paso definitivo, pero está claro que Sanz Montes ha estrechado el margen de maniobra y reducido la intersección al tamaño del ojo de una aguja.

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