El melón de la reforma de las fachadas marítimas de Gijón lo abrió el gobierno local del PSOE e Izquierda Unida al principio de este mandato sin previo aviso. En el caso del paseo del Muro, la semipeatonalización que desembocó meses después en el denominado “cascayu” se ligó a la necesidad de favorecer el tránsito de viandantes en plena pandemia y se puso como ejemplo de un nuevo concepto de movilidad, similar al impulsado en numerosas localidades europeas. Casi al mismo tiempo, el proceso para transformar el amplio trayecto entre la punta Lequerica y Poniente, con el necesario consentimiento de la Autoridad Portuaria, se inició por sorpresa tras el frustrado plan de regeneración de los Jardines de la Reina debido a que no respetaba las exigencias de un espacio catalogado. Desde que ambas ideas se pusieron sobre la mesa, ha transcurrido el tiempo suficiente para que los dirigentes municipales pasen del dicho al hecho. Nadie puede exigirle al Ayuntamiento que empiece los cambios en el año y medio que queda para las próximas elecciones, pero sería absolutamente inconcebible que no haya una decisión final sobre estos dos corredores, fundamentales para la ciudad desde el punto de vista social y económico.

La reforma definitiva del Muro, que ha suscitado los debates más acalorados, se encuentra en punto muerto por responsabilidad del gobierno local. El equipo de Ana González decidió, tras limitar de manera provisional el tráfico de coches a un único carril en dirección a la avenida de Castilla, dejar la patata caliente en manos de una comisión heterogénea dirigida por el Colegio de Arquitectos de Asturias, que anunció unas conclusiones para el pasado mes de abril (en ningún caso de obligado cumplimiento sino meramente orientativas). Pero nada se sabe de ese informe final y el órgano sólo ha servido para subir la temperatura de la polémica, con documentos parciales que contradicen abiertamente a la concejalía de Movilidad, motivando incluso que la propia Alcaldesa manifestara en este periódico que desconoce a qué se dedican sus integrantes y que teme influencias por parte de algunos partidos de la oposición. La última reunión de este grupo está anunciada para el 21 de este mes. Para ese día, debería haberse alcanzado al menos una postura de mínimos que aclare si el gran paseo marítimo va a conservar un único carril o recuperará el doble sentido de circulación.

De igual modo, no convendría posponer una solución para Fomento, después de que el equipo de gobierno abriera el debate sobre la mejora de este eje poco optimizado y se haya realizado una votación popular para priorizar algunos de los trece proyectos presentados (la escasa participación no le resta importancia porque ha abierto nuevos caminos de participación). El jurado profesional que tiene que tomar una decisión definitiva se citará el día 14. Las expectativas son las mismas que con el Muro: fijar de una vez por todas un punto de partida. Llegados a este punto, seguir debatiendo sobre el sexo de los ángeles supondría una mayúscula burla a la inteligencia de los gijoneses.