Basta con repasar la variopinta lista de actuaciones a la espera de la integración ferroviaria para comprender el profundo daño que la parálisis de esta gran operación lleva provocando a Gijón durante las dos últimas décadas. El plan de movilidad, la estrategia contra el ruido, el protocolo de contaminación de la zona oeste, la reforma del paseo marítimo entre la punta Lequerica y Poniente, los accesos por la autopista “Y”, la conexión de la ampliación del Hospital de Cabueñes con el metrotrén... son solo algunos de los proyectos sobre la mesa que no se podrán desarrollar en toda su plenitud mientras no haya una solución definitiva para el problema de las vías (una excusa perfecta, por cierto, para cualquier político sin ganas de trabajar). La ciudad avanza menos rápido de lo que podría debido a este lastre. Y eso, cada día que pasa, es más imperdonable.
