La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jaime Torner

Puigdemont pretende volver a España como héroe

El procés catalán y su comparación con momentos históricos anteriores

Personalmente, recuerdo el día 23/10/1977 por la apoteósica acogida de Barcelona al Molt Honorable Josep Tarradellas, president de la Generalitat de Catalunya, tras su forzoso exilio en Francia y ser reinstaurada la institución que legítimamente presidía por el Gobierno de Adolfo Suárez. Cuánta emoción sentimos los allí presentes al escuchar su conocido: “Ja soc aquí” porque, como catalanes, implicaba el inicio de una ilusionada andadura democrática, tras celebrarse ese año las elecciones generales en España.

Tarradellas fue un gran señor y político de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), siempre fiel a su lema: “En política se puede hacer cualquier cosa menos el ridículo”; siendo respetado por sus adversarios políticos al ser capaz de transmitir mensajes que conjugaban el “seny catalanista” con ser español. A diferencia de Tarradellas, Carles Puigdemont es un sujeto mediocre que vive de la política sin escrúpulos, huido de la Justicia española (desde octubre del 2017) y que, estando políticamente amortizado, intentó recuperar protagonismo con su detención en Cerdeña donde acudió al “Encuentro Internacional Folclórico Catalán” y a una entrevista con el Presidente de Cerdeña. Luego, Puigdemont fue puesto en libertad, pendiente de que el Tribunal de Apelación de Sassari decidiera su eventual extradición a España. La noticia requiere varias consideraciones:

En primer lugar, la región del Alghero (Algher, en catalán) es una zona de Cerdeña de habla catalana al ser colonizada por la “Corona de Aragón y Catalunya” en el siglo XIV. Consiguientemente, es lógico que se celebrara un evento para divulgar la cultura catalana, pero “chirria” que a tal acto asistiera el oportunista Puigdemont para politizarlo y convertirse en una víctima de la Justicia española, cuando es un presunto delincuente.

En segundo lugar, pregunto: ¿cómo repercutiría su extradición a España y a quien podría favorecer una supuesta interrupción del diálogo previsto entre el Gobierno central y la Generalitat? A mi juicio, políticamente, el mayor beneficiado podría ser el Presidente Sánchez, si así puede seguir mostrando un talante políticamente conciliador; mientras los líderes de ERC se convierten en conflictivos rupturistas de ese diálogo, fomentando la agitación social del independentismo radical.

En tercer lugar, me pregunto lo que piensan de Puigdemont los otros secesionistas del procés que afrontaron un juicio y condena (aunque, luego, fueran indultados) mientras el “listillo” de Carles vivía cómodamente en Bruselas en su condición de eurodiputado y, presuntamente, financiado por un tiburón especulador y siniestro patriarca de las “políticas globalizadoras”.

En definitiva, imitando a Tarradellas, Puigdemont pretende volver a Catalunya como héroe; algo inviable por su condición de huido de la Justicia y descarado vividor de la política, a costas de la ingenuidad de muchos catalanes.

Compartir el artículo

stats