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FIDEL GARCIA

El día de Difuntos de Fígaro

Tal es el título de uno de los más logrados artículos costumbristas del padre del periodismo moderno, Fígaro, el pobrecito hablador como se autoproclamaba Mariano José Larra. En estos tiempos tan diferentes y tan parecidos a los suyos, es necesario volver a nuestros mejores clásicos literarios, para desprendernos de todas las adherencias cuasi diabólicas del Halloween anglosajón. La sociedad posmoderna y nihilista se mofa de lo más santo y premia a lo diabólico como sucedió en unos famosos premios nacionales de proyección universal.

Larra escribe su artículo en una situación personal marcada por el pesimismo y la desesperanza, próximo a quitarse, la que no se había dado a sí mismo, su propia vida; y presenta una visión de la España de su tiempo en plena decadencia. Su España estaba también sometida a populistas y demagogos. Era un gran cementerio, cuyo panteón más emblemático era Madrid, Villa y Corte, con sus habitantes alegres y confiados a los que lanza duros reproches cuando les dice: “Miraos insensatos a vosotros mismos y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio. ¿Vais a ver a vuestros padres y abuelos cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven en paz, ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra”. Estas palabras del genial periodista son una cruda realidad cuando aún España no ha salido del covid-19, que sigue dejando sus terribles efectos de enfermedad y muerte, unidos a las terribles consecuencias del volcán de La Palma. Y a lo que se añade la crisis económica-política-partidista que no cesa. De estas realidades duras no se puede salir unos contra otros, porque o se sale juntos o nadie sale.

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