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Raúl Suevos

La Paideia que nos viene

Sobre las leyes de Educación y la transmisión de valores a los jóvenes

Alguno pensará al leer el título que se trata de un error, que quise escribir pandemia; pero no, hablo de la Paideia, es decir, el proceso mediante el cual los antiguos griegos trataban de trasmitir a los niños y jóvenes el conjunto de valores y conocimientos necesarios para llegar a convertirse en un ciudadano válido para la ciudad, la polis. Con esta paideia se trataba de conformar el ciudadano al que Pericles paga tributo en el famoso discurso fúnebre que lleva su nombre y que muchos estudiosos de la ciencia política consideran como compendio de los valores democráticos. Es de esa paideia de la que tratamos en esta tribuna.

Paideia es también el título de una obra grandiosa publicada por uno de los grandes historiadores alemanes, en 1933, Werner Jaëger, en la que el erudito trata de explicarnos el fondo y evolución del pensamiento helénico como base ineludible de lo que será el pensamiento europeo a lo largo de los siglos hasta llegar al incomprensible desenlace de las Guerras mundiales; aunque esto daría para otra tribuna. Es un libro que, creo, publicó el Fondo de cultura económica de España en 2010 por última vez y que, visto como se anuncia el futuro, no parece que hayan leído nuestro rectores políticos.

La ley Celaá ya nos avanzó por dónde irían las cosas, especialmente en lo tocante a la cultura del esfuerzo con el pase de curso sin necesidad de aprobar; además, desaparecía la mayor parte del currículo de humanidades con especial saña para el latín y la filosofía. Supongo que ello se justificaba en que la preadolescencia es para disfrutarla y no hay que agobiar a nuestra muchachada.

Ahora, con el asunto del amueblamiento de las neuronas de nuestros jóvenes repartido entre Iceta y Castells, nos llega un nuevo empujón en la misma dirección, la del vaciado cultural y moral –lo de la España vaciada va por otro camino aunque también parece acabar en un precipicio– y lo hacen de la mano de nuevos decretos que harán que se pueda pasar a la selectividad con asignaturas pendientes, por suspendidas; es decir, otra patada al espíritu del mérito; aunque, como esto podría ser algo esperado después de lo de Celaá, ahora se da una patada a la construcción de una idea nacional mediante la nueva asignatura de Historia que será impartida con especial “respeto a las identidades múltiples” en relación con el sentimiento nacional. Vamos bien.

Es resultado de todo esto sólo puede ser una ciudadanía más blanda, más dócil, más fácil de conducir por esa vías pecuarias, hoy prácticamente abandonadas y que otrora fueron cañadas reales. ¡País!

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