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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Por pedir que no quede

Amargas quejas del sector del ladrillo por el precio de licitación en la obra del hospital

Han pretendido los sectoriales del ladrillo asturiano ser sutiles a la hora de chantajear al Gobierno asturiano por el precio de salida de la licitación de la obra de ampliación del hospital de Cabueñes, pero estos empresarios son incapaces de sutileza alguna y lo que les ha salido es una amenaza grosera: han venido a amenazar con no presentarse ninguno y dejar el concurso desierto. Pues que no se preocupen: lo más probable es que haya unos cuantos, aunque no sean de la confederación asturiana, que se presenten. Esta vez no invocan la subida de los salarios, sino los precios al alza de los materiales y lo hacen con datos harto dudosos. Es probable que lo pretendido fuera amortiguar de una tacada la baja de actividad provocada por la pandemia y que así el procomún les salvara el beneficio. Saben los asturianos del ladrillo que la parte del león se la llevará alguna de las grandes constructoras españolas, si no es que aparece en escena alguna de otro país cualquiera de la UE y que a alguno de ellos le tocará poner el pequeño toque regional en la UTE que se forme para la obra.

Antes de la pandemia, nos quejábamos de algunas bajas en estos concursos que entraban en el campo de la temeridad e incluso vimos cómo había empresas que se quedaban fuera de juego precisamente por las bajas temerarias producidas, tanto que alguna de ellas hasta se convirtió en asunto judicializado. Pues ahora tendrán que afinar más a la hora de las bajas y acercarse al importe previsto en la licitación. Es una anécdota más, pero estas grandilocuentes “amenazas” se suelen quedar luego en papel mojado, aunque con este débil Gobierno regional del hombrín de Laviana, con tan poca valentía para mandar como es debido, todo es posible. De todas maneras, por muchas veces que asistamos a esta clase de funciones, no deja de asombrar la caradura de un sector empresarial que se ha ganado a pulso, y lo sigue haciendo, el poco respeto social y la mala imagen por parte de la ciudadanía en general.

Hubo cierto temor por las Consistoriales a causa del auto del Constitucional que se cargó las plusvalías tal como estaban dispuestas. Tan metidos en lo suyo, olvidaron nuestros ediles que el asunto no afectaba tan sólo a nuestra atribulada villa marinera y que el asunto era cosa de los 8.131 municipios españoles; por lo que la respuesta del Gobierno habría de ser rápida y contundente. Y así es. No habrá prórroga por tanto y, después de los sofocones, las aguas volverán a sus cauces. Aunque bien está que, por lo menos, se haya dado un poco de agitación.

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