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Raúl Suevos

Una brújula estratégica para no salir de casa

Visión europea de la Defensa

Se habla mucho estos días de la Defensa Europea, y ello es debido a una tribuna publicada por el señor Borrell, en la que da cuenta del estado del documento político conocido como Brújula Estratégica. Documento político llamado a ser la cruz y señal de la acción exterior europea en los próximos años.

El documento fue encargado en 2020, durante la presidencia alemana, y será estudiado y aprobado en 2022, durante la presidencia francesa, es decir, viene con el padrinazgo de los dos jefecillos de la Unión y no debería tener problemas para salir adelante.

En él se habla de asociaciones de seguridad, también de desarrollo de capacidades, donde se contempla el desarrollo de importantes fondos para potenciar la industria e investigación en defensa; de resiliencia; y, finalmente, de gestión de crisis, es decir, la intervención exterior, de la que la reciente crisis de Afganistán es detonante de las muchas discusiones de estos últimos tiempos.

En la tribuna de Borrell todo el personal se quedó con la copla de la Fuerza de intervención rápida de 5000 combatientes que estaría a disposición de la Comisión para poder intervenir en plazos lo suficientemente cortos como para evitar el bochorno de Kabul; en parte debido a la falta de información previa aportada por nuestro socio y “protector”, los EE UU.

En el aspecto conceptual nada que objetar a la “Brújula”, sobre todo, si tenemos en cuenta que desde Javier Solana, exceptuando la zorra que los británicos metieron para vigilar el gallinero, la baronesa Ashtom, todos los Altos representantes desarrollan un concepto estratégico. Borrell no tenía por qué ser menos y su “paper” tampoco tiene por qué ser más.

En fuerzas de reacción tenemos recorrido. Del acuerdo de Saint Malo entre Chirac y Blair salió una de 60.000 combatientes, nada menos ¿ustedes la vieron? Después, en otro “papelín” del Consejo, se crearon los Battle Groups, de 1500 militares y aún por estrenar. Ahora viene esta nueva fuerza de 5000 elementos, más compleja y con más capacidades y, me temo, igual de rápida que las anteriores.

Mientras la UE no se desarrolle políticamente, en relación con la defensa no habrá nada que hacer. La decisión final de empleo, con sus tiempos y procedimientos, en nuestro caso en la Ley orgánica 5/2005 de Defensa Nacional, será siempre nacional. Si Joseph Borrell quiere tener una fuerza de intervención real, que sea empleada con el único requisito de su aprobación por el Parlamento Europeo, tendrá que crearla él mismo, al modo y manera como se ha hecho en tiempos brevísimos con la Agencia de fronteras, Frontex, todo lo demás, como esta brújula, sólo sirve para no salir de casa.

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