El sello de excelencia que acaba de recibir la Escuela de Marina Civil por parte del Gobierno es un espaldarazo a un centro emblemático para Gijón, asfixiado en los últimos tiempos por la falta de profesores que ha provocado la imparable precarización del ecosistema universitario, especialmente peligrosa en esta especialidad debido a que los salarios a bordo de un barco para un recién titulado suelen ser infinitamente mejores que junto a una pizarra. Y confirma que el campus de la ciudad está a la vanguardia de la Educación Superior en Asturias porque este mismo reconocimiento ya lo tiene la Escuela Politécnica de Ingeniería y está cerca de conseguirlo la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales. Que nadie olvide quién va a toda máquina cuando haya que partir y repartir.