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Manuel Cañete

¿Quo vadis, Gijón?

Los constantes cambios de discurso político ante los problemas de la ciudad

Después de meses inmovilizados por la pandemia, la verdad es que llevamos unos meses convulsos, que no paramos. “Lo importante es que parezca que se hacen cosas”, dijo un curtido político a su delfin mientras limpiaban las urnas.

Lo que ayer era un acierto, la intermodalidad, que defendíamos todas y todos con uñas y dientes, hoy parece que ya no es modelo para nadie. Tanto la Alcaldesa como el concejal de Movilidad van cambiando los discursos sobre la marcha. Más madera para el “negacionismo”.

Tanta improvisación asusta. Ahora resulta que tendremos intercambiadores a tutiplén, como churros, que diría un castizo. Además, el Principado también se apunta a la danza y lo que ayer era magnífico, tener trenes y buses juntos, hoy está en cuestión. En el caso del Principado sorprende poco todo esto pues, además de callados durante años ante todo el despropósito del plan de vías, hemos de sumar que ya dio marcha atrás al tan cacareado Plan de Movilidad del Área Metropolitana Central (PMMN), o algo así, que nos ha costado un buen dinero y horas y horas de debates para nada. El objetivo del Principado parece ser que es no hacer nada, ni en esto del plan de vias, ni en la contaminación, ni en el modelo ferroviario, ni... Su única preocupación es el tercer carril de la “Y”, es decir, más carriles en una vía ya saturada.

Es innegable que vivimos tiempos de cambios de paradigma. Hoy una chimenea de 60 metros es la solución para salvar medioambientalmente Gijón, mientras ayer mismo, nos lo decía el concejal de Medio Ambiente, lo eran unos filtros modernos que captarían las partículas indeseadas.

Hoy una capa de asfalto de rodadura en El Musel evitará que el polvo de mineral vuele por nuestra ciudad como si tal cosa, mientras ayer mismo era necesario construir unos angares cubiertos para contener y tratar con cuidado los minerales en el Puerto. Hoy, el vial de Jove tan necesario para solucionar todos los problemas de contaminación y movilidad en la zona Oeste, duerme en el cajón del olvido, como el arpa cubierta de polvo de Gustavo Adolfo Bécquer.

Lo que ayer era inadmisible, restos de carbón en la playa, hoy puede ser motivo de incentivo turístico: “visitas guiadas al Pleistoceno de la playa y llévese un poco de carbón de recuerdo”. Ayer lo importante era invertir en bicis, que son buenas, aunque nuestra empresa de transportes, EMTUSA, esté falta de recursos para mantener la flota.

¿No hay forma de mantener un discurso, al menos un año? ¿Alguien se piensa que todo es posible? Y, por si fuera poco, está el lenguaje, ese que lo traga todo y lo puede todo: centralidad, intermovilidad, sostenibilidad, verdificación, racionalidad, complicidad... ¿A qué jugamos?

Sorprende que, sin tener plan de movilidad, se hable de medidas del plan de movilidad. Sorprende que, sin tener Plan de Movilidad, se hable de la solución vial en el Muro. Sorprende que, sin tener plan de vías ni estación, se hable de intercambiadores de autobuses.

La verdad es que, tras 20 años de vueltas, revueltas, convenios rotos, discursos vacíos, políticos futiles, huecos, sorprender, sorprender, ya no sorprende nada.

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