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Paco G. Redondo

Asturias rezagada

No necesitamos políticas antisistema, sino más oportunidades y empleos

Este noviembre de 2021 ha sido más frío y lluvioso de lo habitual, especialmente en Asturias, algo que casa mal con el relato del calentamiento global intenso y la emergencia climática. No es solamente una cuestión coyuntural, momentánea, también podemos contrastar una situación estructural, a medio plazo, ateniéndonos a los datos. Los meses de julio y agosto tampoco han superado en Gijón los veinte grados de media, parecido a hace treinta años. Siendo el clima el conjunto de los tipos de tiempo, para tener perspectiva al hablar de evolución climática se suelen considerar periodos de al menos treinta años. En este sentido la situación en el Cantábrico sigue similar: oceánica o Atlántica, templado y húmedo, con lluvias más abundantes en otoño y primavera.

Mientras Greta, la adolescente sueca que falta a clase una semana sí y otra también icono de los progre guays, y su familia se forran ganado millones de euros con su libro “Nuestra casa está ardiendo”: no parece que Suecia nórdica esté ardiendo mucho este invierno; hablando de cuentos chinos, habrá que preguntarle a Papá Noel cuando venga de Laponia esta Navidad. La Asturias que tenemos estas semanas es la de las inundaciones en oriente, con nueva evacuación del hospital de Arriondas; la de los argayos en occidente, con carreteras cortadas por desprendimientos que obligan a rodeos más costosos; por el sur la de la rampa de Pajares cortada para los trenes por falta de mantenimiento de la vigente infraestructura, y por el norte sin autopista del mar.

La próxima apertura de la variante ferroviaria de Pajares para los trenes de alta velocidad será en parte una oportunidad para mejorar nuestro comercio, turismo y negocio. Para ello debemos tener cosas que ofrecer, no solo un geriátrico creciente y un desierto verde. Es claro y evidente, con diecinueve grados y medio en verano hace treinta años y ahora, que en Asturias ni tenemos calentamiento significativo ni emergencia climática alguna. No hay necesidad ni prisa por cerrar centrales térmicas antes que nadie ni desindustrializar más, y menos cuando aún no están preparadas las alternativas. ¿Ya es competitiva la regasificadora de Gijón? ¿Ya son eficientes las centrales de hidrógeno, dónde están? ¿Cuántos proyectos financiarán los fondos europeos, el 10% de los pregonados? Menos cuentos y lobos, y más hechos y empleos.

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