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Ángel de la Fuente

Preservar y difundir el legado ferroviario

Sobre la labor divulgativa del Museo del Ferrocarril de Asturias y la inauguración de un nuevo espacio polivalente

El 1 de diciembre de 2021 el Museo del Ferrocarril de Asturias (MFA) inauguraba un espacio polivalente de 1.600 metros cuadrados. El director, Javier Fernández López, y Nuria Vila, documentalista, fueron los anfitriones y a la par guías que hicieron las delicias de un nutrido grupo de asistentes en aquella tarde-noche lluviosa y fría del primer día de avientu. La recuperación de este espacio permite conocer un poco más la historia del ferrocarril asturiano que tanto ha calado en nosotros, porque plagiando a Ruiz Marcos en “La memoria y el silencio” este medio de transporte fue metastasiándose por nuestra geografía. Nuestros nietos y bisnietos gracias a la labor de quienes están al frente de esta galería, junto con colaboradores y entusiastas conocerán un poco más este emblemático medio de transporte.

Preservar y difundir el legado ferroviario

La dependencia recién estrenada acoge una interesante relación de material móvil de vía estrecha con diferente anchos y vía ancha tanto tractor como remolcado. Merece la pena contemplar la locomotora Nalón del Vasco-Asturiano que participó en la construcción del ferrocarril y la Solvay que se mantuvo activa hasta la década de los años ochenta entre las minas de Lieres y el apartadero de Reanes. Dos hechos la hacen singular, por un lado el color marrón porque reproduce el pelaje de un toro que era el favorito de un director de la empresa y otro por haber participado en la película “Terror en el tren de media noche” (1980). La Panera es otra de las máquinas interesantes por ser la única que se conserva de Asturias de caldera vertical, un modelo que no abundó mucho en España. Era apropiada para maniobras ligeras en espacios reducidos debido a su tamaño y al reducido coste operativo. Un coche de viajeros (1923) y el coche de la jefatura (1892) del ferrocarril de La Robla, junto con locomotoras de ancho ibérico y una representación de tracción diésel, a los que acompañan un panel expositivo con códigos QR y un par de vídeos esperan la visitas tanto de los aficionados al mundo de los trenes como de escolares y del público en general. Cometería un olvido imperdonable si no hiciese mención a la emblemática 277-074 de la serie 7700. Este tipo de máquinas estuvo en funcionamiento desde mediados los años cincuenta hasta los ochenta del pasado siglo. La intención es restaurarla y permitir el acceso a quienes la visiten porque en palabras del director del museo es una especie de “nautilus”. Llegó a la estación de Jovellanos en 1994 y allí permaneció hasta los primeros días de junio de 2011 al ser trasladada hasta aquí en una cuidada y medida operación, ya que no hay acceso directo entre ambas dependencias. Nunca pude comprender cómo no se previó el acceso a las vías de la desaparecida estación de Gijón desde el MFA. Son cosas que ocurren en este país producto de la escasa inteligencia de quienes tenían tienen el poder de adoptar decisiones de naturaleza política, porque suelen hacer oídos sordos a lo que se les propone por parte de quienes tienen conocimiento de la realidad. ¿No sería deseable que las locomotoras pudiesen salir desde su emplazamiento y recorrer las diferentes líneas remolcando trenes turísticos? Entretanto se fue malversando dinero público en campus universitarios vacíos, museos que no tienen visitantes, amén de otras infraestructuras en materia de comunicación, véase por ejemplo, los aeropuertos sin servicio porque nadie lo demanda.

La recuperación de esta superficie y sobre todo la reivindicación del topónimo Natahoyo ha sido un acierto. Un enclave industrial en Gijón del que da fe la panorámica que saluda a quienes decidan recorrer esta muestra ferroviaria. Es un auténtico andén. Decía Javier que el carácter obrero de El Natahoyo fue postergando al olvido su denominación en favor de otras como Poniente o también a partir de la expansión de La Calzada. Pelayo Cabrales escribió el 3 de septiembre de 1903 en “El Noroeste”: “Ayer giré una visita a dos de nuestros barrios obreros. Quise cerciorarme por mis propios ojos de la certeza de cuanto por ahí se habla y se escribe sobre la vida del obrero […]. Los barrios de El Natahoyo y La Calzada son sin duda en Gijón lo más populoso de las afueras”. Merece la pena leer la irónica descripción del Gijón industrial porque es un auténtico retrato a través de la palabra.

El Museo del Ferrocarril es un recurso educativo que la administración educativa en colaboración con la local debe potenciar. Ofrece un marco incomparable para desarrollar las metodologías activas, el aprendizaje basado en proyectos, el trabajo colaborativo, la interdisciplinaridad entre las áreas y materias y como no el trabajo de las competencias en su totalidad. Además, implementa en el alumnado actitudes conducentes a la sensibilización con la preservación del patrimonio histórico-artístico y por ende inocula como si se tratase de una vacuna el sano y necesario ejercicio de la ciudadanía activa, que frenará los despropósitos que llevan a cabo los gobernantes. Siempre que tuve ocasión mis alumnos de 1º de Bachillerato visitaron este lugar y como no podía ser de otra manera el viaje se realizaba en tren, en la línea C9f con una parada en El Berrón. Completaba la jornada una visita a la ciudadela Celestino Solar en la calle Capua.

¡Enhorabuena Javier, que hago extensiva a tu equipo y colaboradores! El ferrocarril, condenado a un absurdo y deliberado ostracismo, gracias a vosotros permanece y cobra vida.

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