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Javier Gómez Cuesta

La Iglesia en el mundo obrero

Los 75 años de la Hermandad Obrera de Acción Católica

Se celebran los 75 años de la HOAC, movimiento apostólico especializado de la Acción Católica española que ha tenido una gran incidencia en el campo socio-político español desde la posguerra hasta la transición española. Conviene recordarlo y sacar consecuencias que podrían servir para animar y ennoblecer, desde la fe cristiana y desde la Iglesia, la participación en esta dimensión laboral y en la dignificación del mundo obrero y de los derechos humanos.

La Iglesia tomó conciencia de su alejamiento del mundo del trabajo producido por el cambio de la revolución industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII y que supuso la mayor transformación económica, tecnológica y social de la historia de la humanidad hasta entonces, con la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII publicada el 15 de mayo (desde entonces, día mítico del pensamiento social de la Iglesia) de 1891. Este documento tendrá una gran incidencia en la justicia social, en la dignificación del trabajo humano, en las relaciones empresa-obreros, en la importancia de los sindicados y en el valor social de la propiedad privada en las nuevas sociedades democráticas. Y la tendrá también en la atención y preocupación pastoral de la Iglesia, creando instituciones y organismos e iniciando movimientos apostólicos para anunciar el evangelio y hacerse presente, en el muy alejado para ella, mundo obrero. Uno de estos primeros movimientos obreros eclesiales fue la JOC (Juventud Obrera Católica) creado por el sacerdote Joseph Cardijn en Bruselas en 1924 y que, con gran fuerza y vitalidad, se extendería pronto a España. Cardijn estuvo en Oviedo en plena crisis y revolución minera en 1962, dando una charla a los numerosos muchachos joacistas asturianos que presidía Piti (José Antonio García Casal), en condiciones casi clandestinas, jornada aquella que marcó e impulso la lucha obrera en Asturias.

En España, los obispos encargaron a un hombre extraordinario, Guillermo Rovirosa, el hacer presente el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia en el mundo obrero. Se creó entonces, el 3 de noviembre de 1946, el movimiento especializado de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Era un ingeniero lúcido y creativo catalán, que perdió la fe en su juventud a causa de la muerte temprana de sus padres, represaliado político por ser presidente del Consejo Obrero de la fábrica en Madrid en la que trabajaba y, que estando en París, un día por casualidad, oyendo al cardenal Jean Verdier, repensó toda su trayectoria espiritual y humana. Era un buscador de la verdad y encontró en Jesús de Nazaret al guía de su vida y la motivación para dedicarse por entero a la lucha y dignificación de sus hermanos los obreros. Años más tarde, se uniría a él el sacerdote manchego Tomás Malagón, que estudio y se formó en la Universidad de Comillas. Entre los dos confeccionaron el plan de formación de los militantes de la HOAC, el llamado Plan Cíclico que dio lugar a una acreditada escuela de militantes que dieron el callo en las empresas y que lograron causas importantes en la lucha obrera. Para muchos –llegó a tener miles de militantes en la diócesis españolas– fue también el despertador de su vocación política que algunos desempeñaron en puestos relevantes de la gobernación de España. Su forma de actuar era muy sencilla: mirar con un ojo la realidad de la situación concreta de los trabajadores de su fábrica o lugar de trabajo y con el otro el evangelio. Y después tomar decisiones. En resumen: el Evangelio es para la vida. Fueron y siguen siendo fieles a la clase obrera y a Jesús de Nazaret en la Iglesia. Esas dos fidelidades son su carisma Cada año celebraban la “Asamblea General” en la que trataban, debatían y decidían sobre un tema de actualidad. Iban de ciudad en ciudad. En 1990 se celebró en Gijón con el tema “El compromiso comunitario”.

En Asturias, la Iglesia se abrió al mundo obrero en los finales de los años cuarenta, cuando el arzobispo Arriba y Castro encargó a José Alvarez Iglesias la misión de la pastoral obrera que le valió el apelativo popular, por su modo de ser hasta cariñoso, de “Pepe el comunista”. Entre otras iniciativas, pondría en marcha la Escuela Social en la ovetense calle Campomanes, en la que se formarían tantos sacerdotes y que dio color social significativo a la pastoral diocesana, color que no debiera perder. Por ese camino, debiera estar preferentemente “en salida” la Iglesia asturiana. Ellos fueron los que iniciaron la JOC y la HOAC y otros movimientos especializados de la A.C. en las parroquias, llegando a haber más de cuatrocientos militantes.

Como estamos de aniversario, me parece oportuno recordar y agradecer a los muchos que en Asturias se comprometieron en este movimiento apostólico de la HOAC y que participaron en eventos de trascendencia en años decisivos y difíciles en que no había libertad ni de reunión ni de expresión, que tenían que verse y encontrarse –no había móviles ni wasaps- clandestinamente y elaborar documentos y pasquines en sótanos y sacristías por aquello del Concordato. En sacristías nacieron Comisiones Obreras y USO. Eventos importantes fueron la primera huelga del pozo María Luisa en 1957 y luego, las huelgas del sesenta y dos, tan conflictivas y donde los militantes tanto de la HOAC como de la JOC darían su mejor testimonio de lucha obrera. La Casa Rectoral de Mieres fue un punto estratégico de los militantes de la HOAC. Citando a “Luz”, la hoja parroquial de San Juan, en sus clásicas “Gotas de tinta”, Ricardo Vázquez-Prada apostilló: “Cuidado con Luz que va a fundir los plomos”. No me resisto a dar algunos nombres de los que recuerdo con el inconveniente de olvidar a otros que me perdonarán. Hay historias que debían escribirte en piedra para ejemplo de generaciones venideras: Jacinto Martín, Hevia Carriles y Pilar su esposa, Berta y Severino, Gonzalo e Ismael de Roces, Isabel la de Sevilla...; y de Oviedo Arusi y Ovidio, Enedina y Tere, Elvira Fueyo, Pilar... Aida y Paco de Laviana. Hoy tiene como presidenta a Elisa García Gutiérrez. Y los consiliarios, comenzando por Rosendo Riesgo y Pepe Borbolla que inició el poblado de Llaranes cuando los comienzos de Ensidesa, Jesús Santaeufemia, Oscar Iturrioz, Tirso Suárez Portal, Bautista, Manuel Jesús Álvarez, Fernando Malanda, párroco de Santa Olaya y que continúa de consiliario en la actualidad.

Las celebraciones, más la de los 75 años, son para recordar y, sobre todo, para impulsar, para renovarse y mirar al futuro. Movimientos como los de la HOAC los necesita la Iglesia que parece arrugada y encogida, necesitada de un laicado más entusiasmado. Y los necesita la sociedad y la política yerma de políticos más concienciados con el bien común. Estamos en tiempos de incertidumbre. Hacen falta personas con compromisos sociales y evangélicos, claros, limpios y fieles a los idearios que los crea y pone en marcha. Joseph Cardijn, Guillermo Rovirosa y Tomás Malagón tiene introducido el proceso de canonización. Que su ejemplo provoque el compromiso de nuevos militantes por la lucha obrera. Sigue siendo necesaria.

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