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JC Herrero

El cascante paseo del Muro

Cuando nombramos aquello del sentido común se recurre al “menos común de los sentidos”. Ciertamente no está localizado ni en la vista, el olfato, oído, gusto, tacto o equilibrio, vaya, lo que entendemos por cerebro “primitivo”, está más hacia el neocórtex. Es sentido común y punto.

Mas cuando transitas por el paseo de la playa San Lorenzo, Gijón, todos esos sentidos entran en acción. El inconfundible olor a mar, a veces con efluvios a parrilla de carne animando a salivar, al gusto en definitiva. Con el garbeo suele entrar la fame.

El sentido auditivo agradece las olas. El ruido de mar relaja hasta el punto, como cantaba Víctor Manuel: que “con tanta humedad apetez mear”, por aquellos pastorcillos de Tarna que bajaron a ver el mar. Un guardia urbano les cascó una multa al hacer aguas menores en San Lorenzo. ¿Quién se aguanta?

Y así hasta descubrir el sentido del tacto, el de la mano levantada en salutación. No hay paseo sin ver a propios y extraños mediando el ¡Hasta luego! El suelo, salvo que el agua salpique la acera, suele ser seguro y el sentido del equilibrio lo conjugan surfistas, y chavales con skatewoard por la controvertida senda del “Cascayu” o juego de la rayuela, la rasa de toda la vida. Cuando el Ayuntamiento busca la participación recurre al concurso de ideas. Es el caso del paseo de Fomento. Eso es sentido comÚn. No se entiende por qué se politizó tanto la avenida Rufo Rendueles, al punto que los presupuestos municipales están en juego, no necesariamente del “Cascayu”. Los primeras ideas para separar peatones y vehículos, en la entonces Avenida de Rufo Rendules, de 1920, fue iniciativa de la “Junta de amigos de Somió”, pioneros en pedir al ayuntamiento gijonés que admitiera y facilitara el tráfico rodado, facilitando un asfalto a base de “piedra de la fábrica de aceros”.

Algún sumeano incluso plantó en el paseo los primeros “tamarindos” copiando, presumiblemente, la urbanización de playas como La Concha o el Sardinero, a su vez plagiado del sur de Francia.

El exceso de sentido, el especulativo, lo tuvieron aquellos que levantaron para las nubes la construcción de edificios al pie de costa ensombreciéndonos de por vida el paseo, ahÍ hubo sinsentido y otras prendas que nos ahorramos calificar.

Si hemos sido tan democráticos para idealizar el paseo de Fomento, la pregunta, con doble sentido, sería: ¿Por qué no abrir concurso de ideas para el paseo de la playa San Lorenzo? Eso ye sentiu común.

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