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Paco G. Redondo

Clases en 2022

Cuando en momentos delicados nos gobiernan farsantes

Ha decidido el Ministerio de Educación, al alimón con las consejerías de Educación autonómicas, la vuelta a clase totalmente presencial en todos los niveles de enseñanza desde este lunes 10 de enero. Ello se plantea en pleno pico de la sexta ola de coronavirus, correspondiente a las variantes Delta y Omicron, con los contagios fuera de control en el norte de España, así 4.000 de incidencia en el País Vasco, 50% de positividad en Navarra y 40% de ocupación UCI en Cataluña. Cabría suponer que las autoridades, aunque suelen presumir de transparencia, disponen de más y mejor información que la transmitida a los ciudadanos a través de los medios de comunicación, para tomar medidas con responsabilidad, pero vista su errática actuación en las olas anteriores no es extraño desconfiemos de su ineficaz manera de proceder.

Primero porque han sido muy dados a repetir consignas más guiadas por partidismo y populismo que por prevención y sanidad, y segundo porque ahora repiten que lo prioritario son todas las clases presenciales en todos los niveles. Claro que la asistencia diaria es significativa y mejora el aprendizaje, pero lo más prioritario es la salud. Deberían empezar por decirnos cuál es el porcentaje actual de población de 6 a 11 años vacunados, y cuál el índice de contagios a 14 días en ese tramo de edad. Acaban de descubrir una nueva variante covid19 en Francia. Si casi todos los alumnos están ya vacunados, pase. Si aún hay bastantes alumnos 6-11 sin vacunar, las clases presenciales son una locura. Como si la asamblea de majaras decide: ¡este enero no va a hacer frío!

Al cabo, las decisiones deberían adaptarse a los hechos de la realidad, no estar esperando la evolución de la realidad se adaptará a sus deseos, insensatez en este caso grave. Otro tanto con la política lingüística totalitaria en la escuela catalana. La Generalitat separatista –aliada del gobierno sanchista– no acata las sentencias judiciales del 25% de clases en español para quien lo pida. Sin la Constitución española democrática del 78 no habría autonomías (alguna vez habrá que racionalizarlas) ni Generalitat; y el español es la lengua de la mayoría de los catalanes. Se inventan enemigos inexistentes, Franco, el fascismo, el expolio: porque quieren montarse feudos de cargos para el clan, aunque sean ineptos para gobernar. ¿Qué puede salir mal?

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