A la hora de preparar la candidatura de Gijón a Capital Europea de la Cultura en 2031, que no debería demorarse más de la cuenta porque estos procesos exigen tiempo para equivocarse y rectificar sobre la marcha, convendría que los gestores municipales tejieran bien sus alianzas, empezando por el Principado, que ha recibido el anuncio con tanto agrado como sorpresa. Y siguiendo por territorios próximos con incuestionables atractivos que podrían aportar mucho al proyecto, dejando siempre claro que la locomotora será la mayor ciudad de Asturias para que no se repitan los errores de aquel combinado a tres bandas que se estrelló contra los egos hace más de una década. Anunciado el plan, al gobierno local no le queda otra que tirar con fuerza de él. Lo contrario sería un engaño conducente a la frustración.