La unión de diez clubes sociodeportivos de Asturias en torno a una única asociación que defenderá sus intereses es, en buena medida, la respuesta a la falta de tacto que han tenido las autoridades con estos espacios a la hora de aplicar restricciones durante la pandemia, tratándolos sin atender a sus evidentes peculiaridades. Y, de rebote, ha servido para confirmar por enésima vez que el deporte en Gijón, más que una práctica, es una forma de vida. No sólo porque esta alianza se haya promovido con éxito desde la ciudad sino porque en ella están radicadas seis de las entidades firmantes, que suman casi tres de cada cuatro socios del total. La Universidad puede instaurar el grado de la especialidad donde estime oportuno y seguramente tenga razón al señalar que las instalaciones de su propiedad están en campus lejanos. Es un argumento poderoso. Pero también el único posible.
