La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Toli Morilla

Solo de trompeta

Toli Morilla

Algoritmo, un amigo que os quiere

La digitalización del día a día

“Con el algoritmo que impone una máquina con criterios economicistas y antihumanistas, se nos insta a escribir novelas de violencia y sexo porque si no, no se vende, una lacra que se da también en las redacciones de los periódicos”. Habla, César A. Molina en su libro “Qué bello será vivir sin cultura”. Paradójico título para un exministro de Cultura. Un puñetazo en la mesa al que no le falta algo de razón. Con la llegada de la distribución y los usos digitales de la música no solo el público busca a los artistas, son los artistas los que también buscan a su público como en un trampantojo literario del tipo autor busca personaje. Nadie duda que se ha facilitado enormemente el acceso a la cultura pero no siempre elegimos nosotros. Antes de la revolución digital la manera para ‘descubrir artistas’ fue tener amigos, algo de dinero y escuchar la radio. Ahora tenemos el algoritmo, un amigo electrónico que sugiere y también toma decisiones en función de tus preferencias e historial.

El amigo virtual crea vínculos cotejando y asociando datos, de forma que cualquier cruce es coherente si existe una coincidencia que redirigir al perfil de un consumidor. No a una persona.

El usuario de música online, digamos profano, introducirá términos genéricos como rock, pop o soul, y lo ayudará a no tener que molestarse en buscar. El iniciado barajará unos cuantos nombres propios e irá creando una pequeña biblioteca. El especializado sabrá mejor como mantener a raya a nuestro nuevo amigo. Sin embargo, cuando se han agotado las coincidencias sobre tus preferencias, el algoritmo enseña la mercancía que cree que te puede interesar sin mucho acierto.

Pero a este lado de la trinchera...

Hace unos meses Youtube cerró mi canal por infracción de derechos de autor. No entendí nada, mi catálogo es propio o debidamente autorizado. Ahora sé la razón. Mi distribuidor digital, CD Baby, introdujo una reclamación por un vídeo promocional de una canción incluida en mi último disco “Canciones transgénicas para el mundo mascota”. En el vídeo se escucha la grabación en directo de una versión de la canción “Aquella luz” de la que soy autor. La paradoja es que ellos mismos lo distribuyen desde Oregón en los EE UU. El algoritmo cree que se trata de un archivo sospechoso de infringir la ley de propiedad intelectual, impidiendo su monetización. Sin embargo, el vídeo sigue estando disponible para el visionado y mi dinero ha volado. He impugnado la reclamación. Denegada. Mi nuevo amigo inteligente me ha estafado.

Compartir el artículo

stats