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Jaime Torner

Reflexión electoral sobre Castilla y León

Un análisis con perspectiva

En las elecciones autonómicas de Castilla y León, el PSOE sufrió otro retroceso electoral, probablemente vinculado a la gestión de un Gobierno central, encorsetado en su coalición progresista. Simultáneamente, el Partido Popular logró una ajustada victoria que puede precisar la búsqueda de pactos para obtener la mayoría absoluta (41 escaños) y gobernar holgadamente; lo cual, irónicamente, podría terminar beneficiando al propio PSOE. Me explico:

En primer lugar, el PP ganó las elecciones autonómicas con 31 escaños, seguido del PSOE (28 escaños) y Vox (13 escaños), mientras Podemos y Ciudadanos lograron un solo escaño; resultados que reflejan un dramático descenso en su intención de voto. Concretamente, Podemos perdía nueve escaños respecto las elecciones del año 2.015 y Ciudadanos perdía once escaños respecto las del 2019, penalizándose así su ambigua política “bisagra” de partido centrista.

En segundo lugar, el gran vencedor de estas elecciones fue Vox, pasando de uno a 13 escaños, siendo el partido decisivo para formar gobierno con mayoría absoluta.

En tercer lugar, si PP, Vox y Ciudadanos se hubieran presentado conjuntamente en estas elecciones, habrían obtenido tres escaños más de los recibidos (porque la vigente Ley de Hondt electoral penaliza al partido político con menor apoyo parlamentario), pero la derecha española está tan dividida como la izquierda.

Dicho lo cual, parece evidente que el PP afronta el dilema de gobernar en solitario o pactar con Vox. Santiago Abascal (líder de Vox) reivindica el derecho de su partido a entrar en el Gobierno autonómico porque: “sus votantes merecen el mismo respeto que los de Ciudadanos”, contestando así a las exigencias del Presidente Sánchez para que el PP vete a Vox en toda España, a cambio de una abstención del PSOE que facilite la investidura del candidato popular Alfonso Fernández Mañueco; aún cuando se admita por unanimidad que vetar un partido político legítimo no es una práctica democrática.

En definitiva, los resultados de las elecciones autonómicas en Castilla y León sitúan al PP ante el dilema de formar un gobierno en solitario (débil) mediante la oportunista abstención del PSOE o pactar con Vox; lo cual podría crear una polémica dentro del PP de imprevisibles consecuencias. Ante este escenario, Mañueco reclama su derecho a decidir la mejor opción para su comunidad autónoma. Y todo esto tras desastarse la fuerte crisis que ha desembocado con la marcha de Pablo Casado de la presidencia del PP y su más que probable sustitución por Alberto Núñez Feijóo.

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