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Editorial de Gijón

Gijón, ejemplo en la ayuda a Ucrania

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Masiva movilización de apoyo a Ucrania en Gijón Juan Plaza

La cruenta invasión de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a demostrar que Gijón es una ciudad enormemente sensible ante las injusticias, sean a la vuelta de la esquina o a miles de kilómetros. Tanto en el plano institucional como en el social, durante los últimos días han surgido numerosas iniciativas encaminadas a condenar la agresión militar y a prestar ayuda a sus víctimas. Las recogidas de alimentos y material esencial en colegios y centros universitarios, la movilización de diferentes colectivos para facilitar la llegada de refugiados o las iniciativas simbólicas se multiplican en cada rincón. Muchas de ellas tienen además el honor de ser pioneras en Asturias. En medio de este ambiente generalizado de solidaridad, la clase política local, salvo contadas excepciones generalmente protagonizadas por organizaciones fuera de las instituciones, ha dado muestras también de unidad a la hora de señalar a Vladimir Putin como el responsable de esta guerra, en la línea de lo que ocurre tanto a nivel regional como nacional. Todos los esfuerzos que se hagan para frenar o al menos paliar los efectos de la locura bélica merecen el mayor de los reconocimientos.

Los primeros testimonios en Gijón del horror que sufre Ucrania corrieron a cuenta de dos jugadores del Sporting, lo que favoreció una rápida concienciación, especialmente entre lo más jóvenes, apenas unas horas después de que empezaran a caer las bombas. Kravets, lateral del conjunto rojiblanco, se convirtió en un símbolo para todos sus compatriotas residentes en España al proclamar su deseo de ir a luchar por su país al frente. Y el venezonalo Eric Ramírez pasó días tratando de sacar a su pareja y a su hijo recién nacido de un hospital de Kiev, en medio del asedio ruso. Finalmente, lo logró. Pero quienes encendieron de verdad la antorcha de la lucha por la libertad fueron los integrantes de la comunidad ucraniana en la ciudad, integrada por unos 350 residentes perfectamente integrados que organizaron una protesta en los Jardines del Náutico hace una semana, con un amplio respaldo. Fue una de las primeras en España.

Aquella concentración supuso el punto de partida de una auténtica oleada de acciones de colaboración, que aún no ha cesado. Hay decenas de ejemplos: la Escuela Politécnica de Ingeniería se convirtió en el primer centro universitario de Asturias en recoger material para enviar a Ucrania y lo mismo están haciendo varios colegios, más de 500 familias se han ofrecido en la región a acoger a niños del país invadido y algunos ceden pisos vacíos (una acción coordinada desde Gijón), un gijonés y su socio han creado una red para evacuar a compatriotas a través de autobús y tren... Desde el Ayuntamiento, se ha anunciado que se habilitará el albergue de Contrueces para refugiados y se enviarán 175.000 euros a ONGs que trabajan en plena guerra. Además, una declaración institucional condenará la escalada bélica. Son acciones todas ellas que provocan orgullo a los gijoneses como colectivo y que, al menos en el ámbito de la administración local, deberían multiplicarse en próximas fechas. La ayuda a un pueblo aplastado por la irracionalidad y la defensa de los ideales democráticos no pueden dar un paso atrás.

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