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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Discreción sobre todo

En boca cerrada no entran moscas

Para esta Administración regional nuestra, como para tantas otras, lo prioritario de sus mandamases es presumir de lo que van a hacer –poner en valor, dicen en su jerga– más que de lo hecho y así, por ejemplo, nos hemos enterado que al consejero Pablo Fernández, el de Salud, se le ofrece tranquilizarnos al contarnos que no están previstos retrasos para la obra de ampliación del Hospital de Cabueñes. Hombre, estaría bien que los retrasos de una obra pública estuviesen previstos y no respondieran a circunstancias sobrevenidas durante su ejecución. Pero un consejero, que para eso lo es, sabe mucho y también ha estado en condiciones de avanzar que la construcción durará veintinueve meses, aunque todavía no sabe cuándo comenzarán, es decir, no sabemos en qué momento estará en funcionamiento la ampliación. A esto se le llama transparencia. Reconocer que no se tiene ni repajolera idea de lo que es responsabilidad de uno es un importante ejercicio de humildad, pero que deja al personal pasmado e intranquilo. Este gobierno de la provincia que formó el hombrín de Laviana es flojo en su mayoría: los que son de perfil más político tienen exceso de ambición, pero son poco resolutivos; a los de perfil más técnico se les nota cómo les atropellan los avatares de la gestión pública y los que están puestos como ornato no hacen nada al derecho y sus departamentos son una casa de la Troya. Con este panorama, no es de extrañar que el glorioso Ayuntamiento de esta empantanada villa marinera no sepa muy bien por dónde comenzar la interlocución con las diferentes consejerías, más que nada porque los perfiles de sus concejales de gobierno responden también como conjunto a un cierto exceso de mediocridad.

Pronto habrá en la Agrupación Socialista de Gijón elecciones para elegir a su primer secretario. Se volverán a enfrentar los mismos candidatos que en la ocasión anterior. El actual responsable se alzó con el triunfo por un muy escaso número de votos y cree que necesita más tiempo para culminar su obra, que debe de ser tan secreta que no la conoce nadie. Del otro candidato, que ya fue concejal en su momento y que es una persona querida y respetada, no se conoce su habilidad para llevar una organización política, pero para igualar lo que hay ahora no se precisa ninguna habilidad especial: solamente la biografía del aspirante ya indica que algo más de vida proporcionaría a una organización que ahora está en manos de un valido más al servicio de Luisina Carcedo. Todo esto, naturalmente, muy sutilmente, con la idea de no espantar ni a los posibles electores que todos sabemos escasean en cualquier lado.

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