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Ricardo Gayol

Ucrania: La paz es lo primero

Todos somos responsables

La situación de conflicto bélico que vivimos desde el pasado 24 de febrero requiere incluir nuevos elementos que contribuyan a un equilibrio más efectivo para superar la dinámica maniquea en que nos hallamos.

Nadie puede negar que Putin ha sido quien pulsó el botón de la intervención militar y esa grave responsabilidad le acompañará en tanto no sea capaz de poner término al conflicto declarado. De ahí a que él sea el único culpable va mucho trecho.

Las causas del conflicto político que dio origen a esta guerra son bastante lejanas y no cabría desarrollarlas aquí con un mínimo de rigor. Pero sí convendrá decir que la forma en que se disolvió la Unión Soviética y el desarrollo posterior de la OTAN hacia el este han conformado una dialéctica nueva de bloques, que nadie podría esperar en una Europa del siglo XXI. Si a ello unimos el problema interno de Ucrania con su zona rusófila muy definida y el duro trato que ha recibido del gobierno ucraniano desde 2014, abrió también una brecha muy profunda en la viabilidad de un estado unitario en ese país.

El golpe de Estado de 2014 en Kiev fue el detonante, que rompió el equilibrio geoestratégico en la zona y disparó los movimientos de ficha, que precedieron al actual desenlace.

Ahora, iniciadas las hostilidades, sorprende gratamente la solidaridad material mostrada por la población española y singularmente la asturiana con el pueblo ucraniano, pero no hay que olvidar que en las guerras siempre es el pueblo llano el que sufre, tanto en la parte vencida como en la vencedora; pero son muchos los pueblos agredidos y además por distintos actores, americanos, rusos, etc., y la solidaridad no debe ser selectiva con quien nos unan intereses políticos determinados.

Pero también urge articular los esfuerzos para frenar la guerra, pues eso es lo que va a permitir evitar más víctimas y solucionar la convulsión humanitaria y económica de la actividad militar.

Por tanto, habrá que hablar de soluciones efectivas para lograr de inmediato el alto el fuego y un armisticio consistente:

–Acordar un status de neutralidad para Ucrania es quizás el primer paso necesario para garantizarle a Rusia una seguridad básica de futuro.

–Establecer un estatuto de autonomía suficiente para las repúblicas del Donbás, con la opción del referéndum de autodeterminación.

–Aceptar la unión de Crimea a la Federación Rusa, aprobada en su día en votación popular por un 97 por ciento.

–Fijar los límites de la presencia de la OTAN en el entorno de Rusia, de modo que quede debidamente alejada de su alcance operativo.

De aquí podría salir un acuerdo de paz adecuado, junto con otras medidas que ayuden a paliar los desastres producidos por la confrontación militar.

Esto indica claramente que la guerra fue evitable, pero convendría indagar qué intereses inconfesables, de un lado y otro, no la quisieron parar.

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