Los astros parecen haberse alineado para que eche a andar de una vez por todas la regasificadora de El Musel, a la que muchos dan por muerta desde hace casi una década por culpa de las cortapisas políticas y administrativas que no tuvieron otras instalaciones similares en España. El anuncio del presidente de Estados Unidos hace dos días en Bruselas en favor de incrementar el suministro de gas licuado a sus socios europeos a cambio de que reduzcan a la mínima expresión su dependencia de Rusia es otro paso en favor de la planta. Pero, para que los tanques gijoneses empiecen a funcionar, hacen falta clientes (también sería tranquilizador certificar un giro radical en la política energética tradicional de países como Alemania). Por no mencionar que la conducción por los Pirineos sigue siendo una tubería de tres al cuarto.
