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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Aparente intrascendencia

Se elige jefe de los socialistas de Gijón

Andan revueltos estos días, como ya fue puesto aquí una semana de estas, los de la congregación socialista gijonesa: eligen abad del monasterio y los tránsitos y pasillos del convento son un ir y venir discreto de personajes que hacen muchas cuentas. Como el número de electores es relativamente pequeño, parecería fácil echarlas, pero todo ha de hacerse sin dar mucho la nota y las promesas de otorgamiento del voto no se hacen ante notario, así que se da el curioso fenómeno de la impredecibilidad: los partidarios de uno y otro candidato manejan sus telefoninos, otros se afanan en trasladar fichas de afiliados antes en otras agrupaciones para arrimarlas a la agrupación gijonesa. Jefes de cuerda cuentan a los suyos y con la contabilidad hecha se acercan a una u otra candidatura con sus números por delante y pidiendo algo para sí que les premie el esfuerzo. Esto es habitual en los comicios internos de los partidos democráticos y como el PSOE es formación política que suele gobernar en nuestra villa marinera lo que hagan, negocien o pacten entre ellos tiene bastante importancia para todos nosotros los de aquí. Quién iba a imaginar que en el año 19 aparecería un sidecar en forma de concejal comunista al que le dieran el negociado de coches y humos y organizaría desastres variados en el tránsito rodado y hasta en el río Piles.

De eso va la cosa: que uno de los candidatos ya está probado y no nos ha sentado bien y que el público, de seguir el mismo que hay ahora, no iba a estar demasiado conforme. Esto sucede porque mangonear la villa y su concejo es muy goloso y siempre hay gentes de los lugares más insospechados, como puedan ser las antiguas cuencas mineras o la propia capital provincial, que pretenden, y a veces lo consiguen, mangonear la llevaduría de la ciudad que es locomotora de este Principado nuestro.

Claro, por estadística, necesariamente ha de haber personas sensatas entre los socialistas que sean mayoría. El problema estriba en que no se dejen engañar y sean arrastrados por los cantos de sirena del inmovilismo. Si todos los cabales tuvieran las claves de los asuntos discernirían y se percatarían que, si con lo que hay, han entrado en un estado cataléptico, les merece mucho la pena pegar un volantazo y probar una nueva opción.

Es evidente que se han producido bajas en la militancia, provocadas probablemente por el desencanto de una dirección política inerte y un grupo de concejales en su mayoría muy opaco. Estas preguntas que nos hacemos los ciudadanos serán despejadas el próximo sábado. Si lo votan en condiciones, tendrán unos meses para arreglar lo suyo, que es lo nuestro.

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