Se acabaron los discursos, las campañas y los aplazamientos. Gijón pasará en tres días de las palabras a los hechos con las restricciones para aparcar en la zona azul, que afectan a todos los coches sin etiqueta ambiental. Un cambio de calado de este mandato municipal, con un impacto directo a pie de calle, que ha hecho correr ríos de tinta, ha consumido horas de debates políticos y ha provocado tropecientos choques entre el gobierno local y la oposición. El turno es ahora para los ciudadanos, sobre todo, para los 36.000 conductores de los coches más contaminantes, es decir, los más antiguos (réstense las excepciones que tiene la regla). En poco más de un año, hablarán las urnas y se podrá medir, al fin, si en esta polémica había mucho ruido o muchas nueces.