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JC Herrero

Un ingeniero como una catedral

El adiós a un profesor amable y asequible

Es una de las facetas más destacadas de los servicios de emergencia municipales, saber evaluar patologías de la construcción, proceder a su saneado para evitar males mayores. Está en el temario de las oposiciones. Los edificios, aunque suene retórico, suelen tener enfermedades por estar mal diseñados, pero sobre todo, porque envejecen sujetos a las inclemencias, al asentamiento continuo de sus cimentaciones y a otras causas. Para remediar esas patologías, doctores tiene la Universidad.

De restauración de patrimonio arquitectónico sabía un rato el catedrático y arquitecto don Gerónimo Lozano Polo, que se nos fue al cielo hace dos días tras años de brillante trayectoria. Aquellos trabajadores municipales que debíamos valorar en primera instancia defectos estructurales o patologías de la construcción bebíamos de las fuentes del profesor Lozano, era un sabio.

La Escuela Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Oviedo, ahora EPI, nos ofrecía a los profanos la oportunidad de asistir a las clases de don Gerónimo. Siempre tan amable y asequible su magistratura, basaba las explicaciones en trabajos prácticos realizados por él en su innumerable actuación del patrimonio arquitectónico, desde molinos a catedrales.

Además de gran pedagogo, nos facilitó una extensa bibliografía por él elaborada, tan asequible como sus entrañables charlas sobre patologías y restauración de edificios. Nos deja el profesor un gran legado, y es más que probable que el cielo cierre temporalmente por obras.

A don Gerónimo lo de descansar lo lleva mal, hasta el último minuto compartía su sabiduría, incansable. En el cielo tomaron buena nota de ello. Con toda seguridad que le están haciendo algún encargo.

Descanse en paz.

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