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José María Ruilópez

Cubanizando Gijón

Sobre las medidas de movilidad

El edil de la inmovilidad radical y prepotente quiere cubanizar la ciudad bajo el ordeno y mando, prohibiciones caprichosas para vehículos de cierta edad, como si el susodicho quisiera él solito salvar el planeta, que digo el planeta, el universo. A cada cierto tiempo salta con nuevas movilidades para embadurnar la paz del ciudadano y descontrolar toda lógica en pro de una etiqueta ambiental por la que quiere pasar a la historia de la histeria circulatoria.

Todos los cambios y plazos llevan fecha de caducidad, es como una espada de Damocles sobre los sufridos gijoneses, vecinos, repartidores y demás usuarios de las vías urbanas. Tal parece que lleva comisión por la venta de vehículos nuevos. Si por él fuera, haría como en Suiza, que una leve rayita en una aleta impide pasar la ITV. El sistema disuasorio hacia el ciudadano es a base de colorines, tipo de combustible o fecha de matriculación al año 2030 vista, como si esperara seguir en el consistorio hasta ese año.

Es decir, que el 30 por ciento de los vehículos de la ciudad están en sus manos y hace con ellos lo que le apetece, que son nada menos que 36.000 vehículos, a los que no les corresponde etiqueta salvapatrias o salvamundos, porque la ciudad será referente mundial de la vida más allá de este siglo y de los próximos, se supone.

El peatón luego será el rey del mambo. En los días invernales, si no hay gente, habrá que importarla de otras latitudes bien dentro de la provincia, el Estado o la globalidad, que nunca se sabe por donde puede salir el tal edil. Y una vez que los espacios estén dedicados en exclusiva para el viandante no se pueden dejar desiertos, como esos aeropuertos sin aviones. Allí acabaron llevando aeronaves a desguace. Por estos lares habrá que traer personal de aluvión para rellenar desoladas avenidas y esteparias plazoletas.

¿Cómo se puede dormir luego de abofetear al pueblo en su conjunto, menospreciando sus derechos vehiculares, pisoteando las invalideces de algunos, o las limitaciones técnicas y económicas de otros? El coche también es un bien para la comodidad del contribuyente, un disfrute. Tal vez quiera hacer como en el país caribeño antes citado, que hacen la apología del hambre, el susodicho (como buen comunista que es) querrá hacer la apología del sacrificio, todo por la inmovilidad antojadiza, como una preñez de arrebato.

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