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Manuel Robledo

Una sentencia para el sentir de la mayoría

El fallo judicial del “cascayu” recuerda al gobierno que ya no vale el “hago lo que me da la real gana”

Está visto que Gijón, desde que tenemos este equipo de gobierno municipal, se ha convertido por fas o por nefas en la ciudad de las anomalías, los contrasentidos y las burlas. Anomalía es que el “edil-alcalde” Martín (con permiso del PSOE y la alcaldesa González) hubiera decidido hace ya dos años, “porque aquí mando yo y me da la gana”, cerrar un carril de circulación en el Muro.

Sin darse cuenta de que ya quedó atrás aquella constante celtibérica del libre albedrío que tenía como suprema libertad la frase: “Hago lo que me da la real gana”. La real gana está en el desván de las cosas inoperantes y menos aún con mentiras. Y contrasentido fue ignorar a las comisiones de trabajo, Consejo Social, Foro de Movilidad, Cámara de Comercio, colegios de Arquitectos e Ingenieros y asociaciones vecinales. Todo un tapadillo, una trola.

Olvidando que la mentira que no puede defenderse es la que se dice en beneficio de los intereses particulares, de bastarda condición. Como quedó demostrado tras el contundente fallo judicial sobre el “cascayu”, que obliga al Ayuntamiento a restituir el tráfico en el Muro. Soportamos burlas y mofas a nivel nacional que se ceban con Gijón por su Alcaldesa vía el “cascayu” pero también ”Gervasia”, “Feminista-Nigeriano”, su descuidado vestir en los actos oficiales o los recientes y vergonzosos vídeos faltando a los hombres.

Pero las lumbreras edilicias, soberbias y envalentonadas, siguen creyendo que están por encima de la ley. Anuncian que recurrirán la sentencia, pese a que el resto de partidos –Ciudadanos, Podemos, Foro, Vox, PP y el edil no adscrito– manifiestan aceptarla de buen grado.

Recurso y gastos –un nuevo derroche de dinero público– que deberían abonar de sus bolsillos la Alcaldesa y los ediles de Movilidad y Obras Públicas y no los gijoneses con sus impuestos.

Este equipo de cortos de talla –salvo un par de excepciones: Tuero y Pineda– gobiernan desde la soberbia y han puesto Gijón patas arriba ignorando las señas de identidad locales, y con ello los carriles de la convivencia.

Dividiendo y alejando los barrios del Centro tras declarar la demonización y persecución al coche –pura ideología comunista– y eliminando la barbaridad de dos mil plazas de aparcamiento en toda la ciudad. Muchas en zonas libres para obligar a abonar la ORA y castigando también a los propietarios de 36.000 coches que aún estando en regla y pasando la ITV no tendrán el distintivo ambiental y sufrirán las tarifas de los parkings privados. Eso sí, ni rastro de los parkings prometidos. ¿Recuerdan el del Palacio de los Deportes?

Sufrimos más contaminación proveniente, como todo el mundo sabe, de las grandes empresas ubicadas en la zona oeste pero ahí... ¡Chitón! El problema está en el Muro, que no sopla el Nordeste).

Mientras tanto los reiterados y conocidos grandes y pequeños retos que Gijón urge y necesita detenidos: el hospital de Cabueñes, la depuradora, la limpieza del río Piles y el parque de Isabel la Católica, la regasificadora, el “solarón”, las estaciones de ferrocarril y autobuses... Todo peor que cuando llegaron. Incluso la ahora inutilizada por peligrosa avenida del Molinón.

Auguro por lo que dicen los sondeos sobre intención de voto –ya queda menos– que la próxima campaña electoral en Gijón, si la memoria no traiciona a los playos, será una dura prueba para los actuales despóticos gobernantes, que ni siquiera han protestado por la decisión del gijonés Rector –quien lo diría– de ningunear a Gijón con el grado de Deportes .

¡Qué les importa ! Ellos a lo suyo, ni son de Gijón ni lo sienten.

¡ Paz , Carmen, volved!

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