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Javier Gómez Cuesta

Palabras con silencios

Javier Gómez Cuesta

Lo religioso como evento popular

Ha vuelto la Semana Santa con el deseo y hasta emoción de muchos y ahora lleva la Pascua

Después de una Semana muy procesional, llega la Pascua. Ha sido una entusiasmada y religiosa manifestación de vida y de fe. Una España sin procesiones es una España distinta, desolada, tristona, sin alma. Contaría como una nota más para sumar a esa España vacía. Curioso, he oído programas de radio hablando de cómo pueblos disminuidos, centuplican su población atraídos por la representación de sus tradiciones religiosas. El ejemplo lo tenemos en Bercianos de Aliste. Es difícil encontrarlo en el mapa. Nada que ver en este pueblo zamorano, excepto su singular Semana Santa que data de hace cinco siglos y que siguen celebrando –acuden los nativos que están fuera– con el mismo ritual centenario.

La Semana Santa como hecho cultural es algo extraordinario y de una belleza sin igual. Típicamente español. Ningún evento histórico ha tenido tanta inspiración como la vida de Jesús de Nazaret, ese hombre que lleva un misterio dentro y que los imagineros españoles han sabido tallar en la madera. Hay imágenes que hablan, que emocionan, que provocan preguntas trascendentes. Centenares de pasos con miles y miles de cofrades han salido a las calles estos días portados con un vaivén andante y provocando un silencio meditativo. En Gijón lo hemos visto con la imagen del Cristo de la Misericordia, que se venera en la parroquia de San Pedro, tallado por Francisco R. Macías, cuyo rostro y semblante da paz e infunde fortaleza. Es el Cristo joanico del que dice el evangelista que sus últimas palabras fueron: “Todo está cumplido”, del vencedor que llega a la meta y que cumple su misión. Ni un rictus de dramatismo y tragedia aparece en su rostro aunque le haya costado esta vida. Ha convertido la cruz de instrumento de suplicio en signo de victoria. Hizo verdad que el amor todo lo puede.

Ha vuelto la Semana Santa con el deseo, la participación y hasta emoción de muchos. Hemos visto otra vez las calles llenas de personas que expresaban y manifestaban con ganas, con ánimo renovado su religiosidad y devoción popular. Un hecho evidente que los doctores “que tiene la Iglesia” deben analizar en estos tiempos alarmantemente bajos de práctica dominical y sacramental y para muchos creyentes solo ocasional.

Pero también puede servir para plantear si el hecho religioso pertenece solo al ámbito privado y no merece ser considerado como público dado el ámbito de su universalidad. La Semana Santa, la Navidad, la mayor parte de las fiestas de las ciudades y pueblos de España, ¿son eventos privados? Despojados de su contenido y motivación religiosa quedarían vacíos. Lo mismo hay que decir de la Pascua que hoy comienza. Es la fiesta del triunfo de la vida porque Jesús resucitó. Eso es lo que celebra el pueblo. Los solsticios y equinoccios no dan para tanto.

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