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Ricardo Gayol

Feijóo, ¿la derecha de siempre?

El cambio en el liderazgo del PP

Tras el Congreso Extraordinario de Sevilla en que Feijóo fue aclamado como nuevo Presidente del PP el 2 de abril, es cierto que se ha inaugurado un nuevo tiempo en la política española. La reunión con Sánchez del día 7, después del encuentro protocolario con el Rey, dio una sensación de normalidad a la que no estábamos acostumbrados.

Es verdad, que Casado había logrado mostrar, no ya una confrontación abierta con el gobierno, algo lógico, sino una desafección de la convivencia democrática poco asumible, por más que la presión de Vox le marcara un camino tan erróneo. Las tres horas de entrevista expresan otro modo de relación entre el Presidente del ejecutivo y el líder de la oposición, que en principio debemos valorar positivamente. No obstante, ese entendimiento encierra siempre una doble cara: la necesidad de acordar aspectos básicos de la vida democrática, basada en los principios constitucionales, y la tentación de pactar elementos de la política que favorezcan a los dos grandes partidos y olviden el juego de mayorías y minorías que define la diferencia de proyectos de país que han concurrido en las urnas.

Feijóo inicia su mandato envuelto también en la competencia con Vox, pues no en vano acababa de cerrarse el nuevo gobierno de Mañueco en Castilla y León con una presencia potente de la extrema derecha, que además preside la Junta. No le va a ser fácil zafarse de esa presión, ya que el mapa político no le concede mucho margen, aunque intente buscar fórmulas ya muy agotadas como que gobierne la lista más votada. Tampoco Ayuso se lo pondrá fácil, pues su línea de actuación utiliza como ingrediente fundamental la deslegitimación del gobierno de coalición, mucho más tremendista que una mera labor de oposición. Además el PP madrileño es un foco de conflictos inagotable, por su deriva corrupta y su deseo de liderazgo trumpista en la derecha, muy cercano a Vox.

Pero Sánchez necesita pacificar la política española y esto le dará un respiro, si bien no cabe esperar demasiado de la tan invocada moderación de Feijóo. Todos los datos inducen a pensar que el nuevo líder, por encima de sus formas cívicas, es un representante nato de la derecha más convencional, ideológicamente muy similar a Rajoy, y que hará cuanto sea preciso para mantener su proyecto, aunque tenga que hacer concesiones poco éticas y estéticas con Abascal. Por supuesto intentará reducir el peso de su competidor de bloque, sobre todo por razón de poder, pero no tanto por escrúpulos democráticos.

Lo que sí es seguro es que Feijóo va a ser un adversario mucho más peligroso que Casado y, por tanto, Unidas Podemos y el PSOE deben reforzar su acción de gobierno, evitando más desencuentros que los estrictamente necesarios.

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