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Jaime Torner

Secuelas de la guerra de Ucrania

La invasión de Putin

Considerando que la heroica resistencia ucraniana ante la injustificable invasión rusa ha frustrado el presunto plan de Putin para efectuar un paseo militar hasta Kiev y nombrar un gobierno “títere” de Moscú, resultan previsibles secuelas de distinto calibre según la duración y extensión del conflicto. Me explico.

En primer lugar, si esta invasión se prolongara indefinidamente, Putin podría recurrir al arsenal químico o nuclear para doblegar al pueblo ucraniano; dado que Rusia no puede soportar durante demasiado tiempo su actual aislamiento económico ante las sanciones impuestas por EE UU o UE y afrontar un impago de su deuda por falta de liquidez (habiéndose congelado sus reservas en bancos occidentales) o cotizar sus bonos estatales al 20% del valor nominal: si persistiera esta situación, la población civil rusa sufriría una grave precariedad económica que, junto a la férrea censura sobre la libertad de expresión impuesta por Putin, podría generar una gran inestabilidad social.

En segundo lugar, en una reciente entrevista del Presidente de Ucrania a la CBS News, Zelenski admitió que deseaba iniciar con Putin unas conversaciones de paz; aunque precisó que nunca estaría dispuesto a ceder parte de su territorio; dado que: “De haber sido así, no habría habido guerra”. Consiguientemente, aunque Zelenski renuncie a integrar Ucrania en la OTAN, su intención es recuperar la plena soberanía de Ucrania (incluida Crimea) para incorporarla en la UE y rechazaría el actual posible objetivo de Putin (basado en pactar una retirada rusa parcial); porque, al registrar entre 15.000-20.000 bajas en sus filas durante solo 50 días, Rusia demuestra sus deficiencias para poder “engullir” Ucrania.

En tercer lugar, si Rusia ocupara Ucrania entera, debería responsabilizarse de un país destruido, con una población civil hambrienta, sin recursos, ni techo y varios millones de desplazados internos que, obviamente, odiarán a sus “hermanos rusos”. Ejemplo de ello es la ciudad de Mariúpol, enclave estratégico de Ucrania en el mar de Azov, donde 20.000-25.000 civiles ya han fallecido de hambre o por sus bombardeos. Así pues, ahora, Rusia intenta limitar su “operación militar especial” a esa zona (probablemente buscando la frontera natural del río Dnieper) y aplicando una depurada estrategia “staliniana”, crear luego un flujo de ucranianos hacia territorio ruso para reeducarlos.

En síntesis, ante eventuales conversaciones de paz, varias son las previsibles secuelas de esta invasión para ser analizadas; aunque deben primar las propias de las víctimas ucranianas (incluyendo los 4,5 millones de refugiados huidos del terror ruso) porque precisarán varias décadas para lograr la reparación material y moral del daño causado.

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